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Un sacerdote escucha la confesión de un criminal. Cuando las circunstancias implican al cura, y las sospechas de la policía recaen sobre él, entonces tendrá que afrontar una espinosa situación: no puede contar lo que sabe; tiene, pues, que encubrir al culpable porque está obligado a respetar el secreto de confesión

Director: Alfred Hitchcock

Intérpretes: Montgomery Clift, Anne Baxter, Karl Malden, Brian Aherne, O.E. Hasse, Dolly Haas, Roger Dann, Charles André, Judson Pratt

Guión: George Tabori & William Archibald (Novela: Paul Anthelme)

Duración: 95 min.

Género: Intriga | Policíaco

Estreno: 1953

Valoración: ****

Crítica:

«Montgomery Clift hace un trabajo extraordinario. De un extremo al otro de la película, sólo tiene una expresión, e incluso una única mirada: una dignidad total con un leve matiz de asombro” (3). Nunca he visto en el cine unos ojos como los de Clift, profundísimos y tan expresivos; toda la cinta tiene una mirada contenida, adolecida por un gran conflicto interior sobre lo que está bien y lo que está mal y sobre si debe guardar silencio, para no faltar a su juramento con Dios, o revelar a la policía el secreto contado en confesión. Los dos caminos son igual de buenos e igual de malos, pues si habla estará ayudando a encerrar al asesino, pero cometerá una falta grave contra Dios y contra sí mismo traicionando sus creencias; y si calla estará dejando en libertad a quien no lo merece. El espectador espera durante toda la película que el padre Logan al final hable, porque cada vez está más acorralado por la policía y cada vez es más sospechoso de un crimen que no ha cometido. Qué cierta es la palabra utilizada por Truffaut para describirle: “dignidad”, porque nunca llega hablar, ni siquiera en los últimos minutos donde parece que acabará por explotar y decir lo que sabe, a pesar incluso de ser detenido por sospechoso. Pero al final, un pequeño giro del destino, colocado por Hitchcock con verdadera maestría en cuestión de un instante, hace que todo se resuelva a favor del sacerdote a pesar de la tragedia que sucederá.

Hitchcock, en la única escena en que el padre Logan se debate entre dejar que le culpen o acusar a Keller realiza un trabajo de dirección espléndido intercalando planos de la policía buscándole y de él debatiéndose. Esta escena está llena de símbolos que indican al espectador lo que puede estar pensando el protagonista, pero hay un plano concreto que me parece estéticamente magnífico, en el que se ve al sacerdote al fondo, diminuto, subiendo una cuesta y en primer plano una escultura de la pasión de Cristo cuando éste cargaba con la cruz en la que sería crucificado; parece hacer la comparación entre el padre Logan y Cristo, los dos acusados injustamente, y a la vez utilizar ese símbolo, como una metáfora de la historia bíblica, para mostrar su angustiado via crucis, como lo llama Jordi Picatoste

Fuente:  www.filmaffinity.com