Ficha: 106 min. | Documental Público apropiado: Jóvenes-adultos Año: 2016 País: Italia, Francia Dirección: Gianfranco Rosi Tres años después de llevarse el León de Oro en Venecia con Sacro GRA, el italiano Gianfranco Rosi ha arramblado con el Oso de Oro con Fuego de mar, otro singular y algo tedioso documental de creación, de importante contenido social. En esta ocasión pone en su punto de mira la tragedia de los inmigrantes que llegan a la isla de Lampedusa desde África, varios cientos de los miles de personas, de los cuales más de 25.000 han muerto tratando de alcanzar una vida mejor. El mérito de Rosi es incrustar esta realidad dentro de la cotidianeidad de los habitantes de Lampedusa, como un elemento más del paisaje social, como si hubiera formado parte desde siempre de todo lo que constituye su idiosincrasia ancestral. La idea es seguir lacónicamente a un chaval, Samuele Pucillo, y su entorno familiar, sus ratos libres jugando con el tirachinas, el acostumbramiento a los vaivenes del mar y los posibles mareos, sus idas a la escuela, el descubrimiento de que tiene un ojo vago con el que apenas ve, y que deviene, tal vez, en subtexto de las tragedias que no vemos, o a las que nos acostumbramos, como la de los inmigrantes subsaharianos. Con imágenes sobrias, bellas pero no preciosistas, se combinan las peripecias de Pucillo con el testimonio de un médico que atiende a los recién llegados a la isla, y explica que a pesar de los años no se ha acostumbrado al horror que ha visto. Un horror que vemos a través de personas con los que no llegamos a familiarizarnos, y que seguimos en los controles sanitarios y en los momentos de espera; y sobre todo en las duras escenas donde están enfermos o hacinados en un barco, aunque lo peor es ver los cadáveres de los que ya no volverán a gozar de la luz del sol. Quizá la gran paradoja del film, que invita a pensar, estriba en la falta de emoción: ¿estamos los espectadores demasiado narcotizados con estúpidas sensiblerías y con imágenes de telediarios que nos hacen olvidar la realidad del dolor concreto de cada individuo? Firma: José María Aresté