Año: 2017biiij

País: Estados Unidos

Creador: David O. Kelley Intérpretes:  Reese Witherspoon, Nicole Kidman, Shailene Woodley, Alexander Skarsgård, Laura Dern, Zoë Kravitz, Adam Scott, James Tupper Duración: 1 temporada de 7 episodios de 50-60 minutos Emisión en España: HBO España Público adecuado: +18 años (V+X+D+) Calificación: 6/10

Taradas y modernas

Ha sido la serie más galardonada en la edición de los Globos de Oro celebrada el pasado lunes. Finalmente ganó 4 de los 6 premios a los que estaba nominada: Mejor miniserie, actriz principal (Nicole Kidman), actor secundario (Alexander Skarsgård) y actriz secundaria (Laura Dern). Algo difícil de entender, especialmente cuando competía contra una de las mejores series de los últimos años: Feud Bette and Joan, con un reparto inconmensurable (Jessica Lange, Judy Davis, Susan Sarandon, Stanley Tucci, Sarah Paulson, Catherine Zeta-Jones, Alfred Molina y Kathy Bates). Big Little Lies cuenta la historia de cuatro mujeres que presumen de modernas, independientes, feministas y competentes profesionalmente. Tres de ellas tienen casas impresionantes con vistas al mar, uno o dos hijos, alguna que otra mascota, armarios repletos y divorcios a cuestas. El argumento se centra en un misterioso asesinato que irá desvelando los conflictos entre ellas: mujeres con carácter extremo, devoradoras de hombres y mujeres, obsesas de sexo enfermizo, impulsivo y cuanto más salvaje mejor. El creador de la serie es David O. Kelley. Aunque estudió Derecho y empezó trabajando como abogado, hoy es uno de los guionistas y productores norteamericanos más prolíficos desde que en 1989 presentase la serie cómica generacional Un médico precoz. Desde entonces ha sido uno de los impulsores del género jurídico en televisión con series protagonizadas por juristas y acusados extravagantes: La ley de los Ángeles, Chicago Hope, Ally McBeal, El abogado, Boston Legal… El reparto de esta serie demuestra una vez más que la televisión ha dejado de ser definitivamente la cara B del cine. Kidman, Witherspoon, Woodley y Dern componen un cuarteto impresionante que hace que la serie en algunos momentos brille como una de las grandes. El talento de las actrices es incuestionable, y el director canadiense de 53 años francés Jean-Marc Vallée (Café Flore, Dallas Buyers Club, Alma salvaje) da a la serie un tono de “cine de arte y ensayo” (montaje y música estilosas, voces en off con unas mezclas muy cuidadas, planos metafóricos) que ha fascinado a una parte importante de la crítica de televisión. Pero por mucho que se disfrace de moderna, creativa y adulta, la historia es tramposa e imposible. O. Kelley siempre ha mostrado fascinación por mujeres muy expresivas al límite de la cordura, y aquí se ha despachado a gusto. Empezando por Kidman, que vuelve a hacer de mujer objeto de deseo con un marido maltratador al que ella mira como un “Grey” reeducable, accediendo a una especie de pacto sexual destructivo y desquiciante. Woodley (Los descendientes, Divergente) es el personaje más humano y dulce, pero también inconsistente. Su excesiva afición por las armas y la educación de su hijo de 6 años es inverosímil (se incluyen algunos diálogos de educación sexual sencillamente enfermizos). Por no hablar de la hija adolescente de Witherspoon, que está muy concienciada socialmente y por ese motivo vende su virginidad para dar todo ese dinero a Amnistía Internacional. Como en otras series, el naturalismo desgarrado termina acusando el didactismo pedante del sermón posmoderno que levanta acta de un mundo envilecido en que parece que el bien, la verdad y la belleza se han superado para dejar que ocupen su lugar unos remedos extravagantes, con conductas que parecen la versión sofisticada y cool de culebrones de medio pelo como Revenge Scandal. A pesar de los esfuerzos estéticos de Vallée O. Kelley, a fin de cuentas no hay tanta diferencia. En esas series los creadores no ocultan la trampa y el cartón, ni pretenden nada más que entretener aún a costa de perder la verosimilitud. Pero al menos no dan lecciones de vida, ni banalizan asuntos por desgracia muy actuales como las patologías sexuales en las que la alteridad desaparece para dejar al yo más abominable como una especie de tirano irrefrenable. Es esa banalidad presente en películas recientes como Elle, Que Dios nos perdone, 50 sombras de Grey o Brava. Los planos de orillas paradisíacas con huellas en la arena y olas rompiendo en acantilados no hacen de Big Little Lies algo poético y profundo. Tampoco basta tener cuatro grandes actrices en constante giro dramático. Hacen falta hondura, coherencia y mucha honradez, que aparecen muy pocas veces en esta efectista serie que termina con una secuencia final vacua, melosa y sonrojante: un bonito anuncio de colonia carísima que no consigue aromatizar la miserable y egocéntrica frivolidad desarrollada en siete capítulos.

                                                                                                                                             Claudio Sánchez