Una pareja empleará los 75.000 euros que ganó con Sobera en abrir una librería. Paradojas: el presentador se ha visto obligado a cerrar la que tenía en Madrid

«La gente suele usar el dinero para pagar la hipoteca, viajar o comprar coche y casa», dice el presentador. Sobre las añejas y cautivadoras calles del casco viejo de Segovia reposa el sueño de Carlos y María. Cuando hablan de su futuro se imaginan caminando entre adoquines, cualquier mañana de invierno, en dirección a un cálido negocio que esperan abrir algún día. Una librería «que sea acogedora y donde los clientes se encuentren a gusto», dice María. El viernes de la semana pasada, el joven matrimonio consiguió 75.000 euros en ‘Atrapa un millón’, el programa semanal que emite Antena 3 en ‘prime time’ y presenta Carlos Sobera. Ahora palpan aquella ilusión que comparten desde que se conocieron hace seis años.

Carlos y María son grandes amantes de la lectura

Normalmente, explica Carlos Sobera, «los participantes usan el dinero para pagar la hipoteca, hacer un viaje o comprar un coche y una casa. Sin embargo, ellos tenían un proyecto tan romántico…». Sobera, casualmente, se vio obligado a cerrar el pasado mes de enero una librería que regentó en Madrid durante tres años. «España, por desgracia, es un país de pocos lectores», lamenta el vizcaíno, gran amante de los libros. Por ello, reconoce que se identificó con esta pareja de treintañeros, conductor de autobuses él, asistente laboral ella. ¿La diferencia entre su suerte y la de los segovianos? «Que a ellos les irá genial, estoy convencido», presagia el presentador.

Durante el transcurso de ‘Atrapa un millón’, quedó patente la vasta cultura que atesoran los futuros libreros. El propio Sobera fue incapaz de reprimir la admiración que habían despertado en él. «Cuando lo hacen bien hay que reconocerlo, es de justicia. Vosotros habéis estado soberbios», afirmó. Conocían el tamaño de los planetas, el superhéroe de cómic que lleva antifaz o que Darwin completó la vuelta al mundo. Solo se equivocaron donde el azar prima sobre el conocimiento: ¿Qué es una planta. La colleja o el porrazo? Una cuestión intrascendente que les privó del millón.

Pero la cantidad perdida tampoco les quita el sueño. A pesar de los tiempos que corren, ambos disfrutan del privilegio de tener un empleo. Por tanto, invertirán el premio en la literatura, para que se convierta en la forma de ganarse la vida. Aunque Carlos, que mantiene los pies en el suelo, recuerda que no hay prisas: «Primero haremos un estudio de mercado, para tener la certeza de que funcionará, no queremos tirar el dinero».

Ambos no paran de repetir que harán las cosas sin precipitarse, con paciencia y sensatez. Aun así, cuando la imaginación gana la partida a la cautela, discuten con su familia el nombre de la librería. La propuesta más repetida es ‘Atrapa un libro’, en referencia a ‘Atrapa un millón’. Pero María prefiere que se llame ‘Lummerland’, una alusión al diminuto país en el que se desarrolla el libro que marcó su infancia: ‘Lucas el maquinista’, de Michael Ende, uno de sus escritores favoritos y autor también de ‘La historia interminable’.

Pasión de toda la vida

El origen de la afición por la lectura de este matrimonio se remonta a la infancia de María y a la adolescencia de Carlos. El padre de María, maestro, inculcó a su hija el amor por la literatura. «En casa crecimos rodeados de libros», recuerda la segoviana. Carlos, por su parte, estima que alrededor de los 13 años le surgió el gusanillo gracias a algunos profesores que le contagiaron la pasión por las palabras impresas.

Actualmente se ha multiplicado su delirio. Cada vez que salen juntos a dar un paseo vuelven con una nueva adquisición bajo el brazo. En las estanterías de su casa se amontona una amplia biblioteca que abarca todas las temáticas, y que desean ampliar hasta el punto de convertirla en «una acogedora librería». Incluso Carlos Sobera espera que llegue el día y afirma que estaría «encantado de asistir a la inauguración del establecimiento». De momento solo es un sueño. Una ilusión que descansa sobre los adoquines de Segovia. Aunque María ya se imagina junto a su marido atravesando la puerta que separa la calle del diminuto ‘Lummerland’. Por cierto, colleja es el nombre de la planta.

Fuente: DAVID DE LA CRUZ (El Diario Vasco, 7-8-2011)