Oliver está triste, muy triste. Su padre Hal acaba de morir, padecía un cáncer. También su madre murió poco tiempo antes de una enfermedad terminal, momento que Hal, tras 44 años de matrimonio, aprovechó para «salir del armario» y explorar su faceta gay. En esa etapa Oliver, artista incapaz de lograr relaciones duraderas con las mujeres con las que ha salido, cuida a su padre, y acepta la «nueva cara» de su progenitor, que se traduce entre otras cosas en una relación con el joven homesexual Andy. Los recuerdos de Oliver de la viudez de su padre se combinan con su situación actual, solo en compañía del perro de Hal, hasta que entra en su vida una actriz francesa, Anna, de la que tal vez se esté enamorando.

 

Director: Mike Mills

Intérpretes: Ewan McGregor, Christopher Plummer, Mélanie Laurent, Goran Visnjic, Bill Oberst Jr., Mary Page Keller, Keegan Boos,

Guión: Mike Mills

Duración: 105′

Género: Drama

Estreno: 8/07/2011

Público: Adultos

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 0

Amor: 4

Violencia: 0

Sexo: 2

Crítica:

Tristeza, infinita tristeza. Es lo que trasluce este film escrito y dirigido por Mike Mills (Thumbsucker), basado en su propia experiencia personal, la muerte de sus padres y la homosexualidad del progenitor recién descubierta, recreadas libremente. La nueva relación padre-hijo a partir de los «inputs» de la condición gay y la enfermedad de Hal al descubierto, más el progresivo conocimiento y amor de Oliver y Anna, son los ejes sobre los que se asienta la película. Pero todo traspasado por un «mood» pesado, insoportable, en que se diría que la felicidad es una quimera, un estado deseable pero no alcanzable. Conviven dolor, sufrimiento y tristeza, pero es sobre todo esta última la que pesa como el plomo.

Mills, con modos narrativos audaces, voz en off y collages que tratan de entender la época en que Hal no podía hablar abiertamente de homosexualidad, denuncia los prejuicios del pasado, el disparate que sería, desde su punto de vista, tratar de disimular, crear el ambiente falso de una familia «normal», donde no cabe que él sea gay y ella judía. Pero el cineasta es probablemente consciente de su confusión, de sus propias contradicciones, pues Hal quería a su esposa, de su amor nació Oliver, él quiso mantener la comedia, y se entiende que le fue fiel mientras ella vivió. Y si en la actualidad puede celebrar el orgullo gay, llevar banderas arco iris y poner anuncios de contactos para vivir una promiscuidad semejante a la de su pareja Andy, no está claro que esta «libertad» le haga más feliz que antaño.

Quizá lo que se detecta en esta exploración del amor, es la estrechez de miras con que se maneja el concepto, pues al final parece que lo deseable es la autosatisfacción personal del momento, el sentirse a gusto con uno mismo y más o menos comprendido por los seres queridos. Está ausente en todo momento el sentido moral, es como si no existiera, convenciones de épocas oscuras, y la entrega mutua sin condiciones en que consiste el amor se presenta con demasiadas limitaciones.

La película cuenta con tres personajes que permiten grandes interpretaciones, y Ewan McGregor, Christopher Plummer y Mélanie Laurent aprovechan la oportunidad. Hay ciertamente momentos muy bien resueltos, como la fiesta donde se conocen Oliver y Anna, en que ella no puede hablar.

 

Fuente: www.decine21.com