Ficha: 102 min. | Animación Público apropiado: Todos Año: 2017 País: EE.UU. Dirección: Brian Fee Los años pasan. El campeón de la Copa Pistón, Rayo McQueen, añora a su mentor, Doc Hudson, pero sigue dominando en el circuito… hasta ahora. La aparición de una nueva generación, capitaneada por Storm, que entrena con simuladores y el sofisticado manejo de estadísticas, le está dejando obsoleto. Pero la cosa podría cambiar, pues le apoya un nuevo patrocinador, y la entrenadora Cruz podría ponerle al día en lo relativo a las nuevas técnicas para ganar. Después de Cars 2, que derivaba una trama de espías a lo James Bond, la saga automovilística animada de Pixar Cars, creada por John Lasseter, vuelve a la esencia de las carreras, entregando el testigo a un director más joven, el debutante Brian Fee, en lo que se diría una aplicación práctica de la filosofía que subyace en el film. Pues la idea es reconocer las limitaciones que van surgiendo con la edad, y la necesidad de confiar en los jóvenes. Lo que tiene una contrapartida complementaria, la de que los novatos, que se están iniciando en la aventura de la vida, deben confiar en la experiencia de los que ya peinan canas, y de los que cabe aprender tanto. Aunque tiene algún altibajo de ritmo, sobre todo cuando se recuerda a las viejas glorias –los siete guionistas acreditados hacen pensar que ha habido que esforzarse en apuntalar el libreto–, la película resulta sumamente entretenida, y con una subida del listón en lo que a perfección técnica se refiere: verdaderamente parece que estemos en las carreras, y las colisiones, son de gran verismo, aunque evitando a la vez imágenes que pudieran ser inconvenientes para los más pequeños. Las sesiones de entrenamiento y los simuladores, la competición nocturna o la imaginación de un personaje que transforma los coches en tractores, son imaginativas y están muy bien diseñadas. Hay esfuerzo y riesgo a la hora de dejar a personajes conocidos en un segundo plano, y dar paso a otros nuevos resultones, sobre todo la entrenadora Cruz, con todo su programa de motivación y autoestima, que debería aplicarse en primera peronsa, y el patrocinador fan que podría estar pensando sobre todo en su propio bolsillo. El petulante Storm tiene su gracia, aunque quizá sea algo monolítico, pero cobra gran importancia en el clímax compartido por Rayo, Cruz y él. Firma: José María Aresté