Ficha técnica:

Duración: 85 minutos

Público adecuado: Todos

Dirección: Alexander Espigares

Nacionalidad: Coproducción de Francia, Luxemburgo y Estados Unidos

 

 

Redescubre el asombroso destino de Colmillo Blanco

 

Por Claudio Sánchez

Las aproximaciones del cine y la televisión a los relatos de aventuras de Jack London (1876-1916) han sido muy numerosas. Desde que en 1935 William A. Wellman adaptase La llamada de la selva con Clark Gable y Loretta Young de protagonistas, el novelista norteamericano ha sido una fuente inagotable de inspiración. Tanto es así, que en 1943 se llegó a hacer un peculiar biopic sobre su vida titulado Jack London.

Colmillo blanco es una de las grandes novelas de aventuras de todos los tiempos. Fue escrita por Jack London en 1906 y ha sido una de las más utilizadas con fines educativos en colegios de todo el mundo. En un relato no muy extenso consigue tocar aspectos esenciales de la vida como la madurez, la amistad, la autoridad o la fidelidad.

La última vez que habíamos visto a Colmillo Blanco fue gracias a Disney es dos películas de imagen real en 1991 y una secuela en 1994, ambas protagonizadas por un jovencísimo Ethan Hawke. Ambas han quedado como películas insuficientes para una obra de la literatura tan compleja y sugerente.

Esta versión cinematográfica del luxemburgués Alexander Espigares (ganador de un Oscar al mejor corto de animación en 2013) es la primera vez que se traslada al formato de animación.

Con un ritmo trepidante es una buena muestra de un cine universal dirigido a todo tipo de edades. Los más pequeños agradecerán la claridad narrativa y la delicadeza con el que se cuentan los aspectos más crueles de la historia. Los adultos asistirán a un espectáculo bien trabado con diálogos que huyen de ese temible infantilismo que en muchas ocasiones padece el cine de animación.

Quizás el aspecto más sobresaliente de la película es la maravillosa banda sonora de uno de los mejores compositores franceses de la actualidad: Bruno Coulais (Los chicos del coro, Los mundos de Coraline). La música acompaña con acierto a las aventuras del perro lobo que debe aprender a sobrevivir en condiciones adversas. Además la animación logra ser muy expresiva en la definición de los animales transmitiendo una galería de matices coherente con la excelente novela original.