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Hogar de acogida

Una divertida comedia, que sabe jugar de modo amable con la dictadura de la corrección política, como ocurría en Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, no en vano tiene detrás al mismo director Philippe de Chauveron y a su coguionista Guy Laurent. El punto de partida recuerda al álbum de Tintín «Las joyas de la Castafiore», donde el capitán Haddock permitía aparcar en la finca de su castillo de Moulinsart a un grupo de gitanos.

Aquí se parte del activismo político del profesor universitario y escritor Jean-Etienne Fougerole, hombre de izquierdas y partidario de recibir «con los brazos abiertos» –el título de su último libro– a los inmigrantes de otros países, y en concreto a los romaníes. En un debate televisivo con otro autor xenófobo, es retado ante las cámaras a predicar con el ejemplo. Y, brindis al sol que piensa que no tendrá respuesta, Jean-Etienne invita a acampar en la finca de su casa a cualquier familia romaní que padezca alguna necesidad. Tan generosa oferta es aplaudida en las redes sociales… pero también tiene la respuesta de la familia Babik, que se acoge a ella, revolucionando la vida de una familia, la Fougerole, en el fondo y en la forma bastanta burguesa.

El film tiene el mérito de reírse de su propia sombra, sacando a la luz de las contradicciones de unos y otros. Y contiene gags desternillantes, y hasta el buenismo de algunos personajes se contempla con ironía. El arte moderno, una pareja gay, los sindicalistas aguerridos, los políticos, los propios gitanos, son objeto de cuchufleta. Y todo, sin ofender a nadie. Christian Clavier vuelve a demostrar que es un magnífico actor de comedia, y le hace muy bien la réplica Ary Abittan.