Hanna y Simon son pareja. Ella es periodista televisiva, él arquitecto de interiores. Residen en Berlín y sus vidas no pueden ser más anodinas: no se llevan mal, pero su relación se ha vuelto completamente rutinaria. Realmente los únicos alicientes existenciales son sus secretos inconfesables, que por un golpe del azar tendrán un sorprendente nexo de unión, un amante, que sirve para resaltar aún más lo patético de sus existencias.

 

 

 

 

Director: Tom Tykwer

Intérpretes: Sophie Rois, Sebastian Schipper, Devid Striesow, Annedore Kleist, Angela Winkler, Alexander Hörbe, Winnie Böwe, Hans-Uwe Bauer

Guión: Tom Tykwer

Duración: 110′

Género: Drama

Estreno: 10/02/2012

Público: Adultos

Valoración:*

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 0

Amor: 1

Violencia: 0

Sexo: 5

Crítica:

Lejos está Tom Tykwer del título al que debe la fama, la fresca Corre, Lola, corre. Nada de lo que ha hecho después este cineasta alemán ha estado a la altura de ese film, desde entonces ha estado dando palos de ciego: a veces con pretenciosidad (En el cielo), otra intentando la jugada comercial (The International (Dinero en la sombra), al menos digno thriller) y otras tirando por la calle de en medio (El perfume, engolada adaptación del conocido best-seller de Patrick Süskind). El film que nos ocupa, dirigido con oficio y actores competentes, viene a ser un monumento a la vacuidad, una «bonita» pero cínica escultura de la condición humana, en la que cuentan sobre todo los sentimientos, por muy efímeros o caprichosos que puedan resultar. En lo referente al guión se fuerzan las casualidades o las reacciones de los personajes para mostrar con humor amargo lo ridículo que es el ser humano.

Resulta curioso constatar que la trama está salpicada de cuestiones de gran trascendencia moral: la eutanasia, la fecundación in vitro, la investigación con células madre, la donación del cuerpo para la ciencia, el ejercicio de la homosexualidad, la fidelidad, el divorcio, los hijos adolescentes, las relaciones sexuales «creativas» (o sea, los tríos), la paternidad y la maternidad… Pero aquí sólo son ingredientes, a los que se quiere restar importancia, de la indigesta «sopa» en que consiste la existencia, pues se supone que la vida es sólo eso, un absurdo; de hecho, las palabras inconexas con que se inicia el film, pronunciadas de seguido sin contexto, anticipan este planteamiento. Y así las cosas, nada importa tanto como la desinhibición, la liberación de complejos o tabúes, hasta que la muerte nos alcance.

 

 

Fuente: www.decine21.com (10/02/2012)