Parece que llevamos años viviendo con Netflix en nuestras vidas, y en verdad solo han pasado 5 años desde que desembarco en nuestro país. Llegó en octubre de 2015 con bastantes miedos, pues éramos uno de los países que encabezaba las listas de piratería. Pero el gigante americano conquisto sin mucha dificultad nuestro territorio, como en todos los países donde se ha implantado. Cuando Netflix comenzó su aventura casi todo el contenido era de otros. Se dedicaba a comprar licencias y explotarlas en su plataforma. Con el paso de los años empezó a invertir en producir contenido propio. Orange is the new black fue una de las primeras, producida por Lionsgate pero emitida en exclusiva, al principio, en la plataforma. En 2013 House of Cards  fue su gran caballo de batalla, pues era su primera producción en sus estudios. Empezaba así la era de los Originales. En 2016, Reed Hastings –director ejecutivo y fundador de Netflix– declaró que quería que el 50% del contenido de la plataforma fuera propio. Toda una declaración de intenciones hacia donde iban a tirar. Es verdad que por aquel entonces empezaban a llegar mas plataformas y cada una reclamaba los derechos de sus contenidos, empobreciendo el catálogo de Netflix. Uno de los camino que mejor ha explotado Netflix es el de la producción internacional. Apostar por las historias de los países donde se ha instalado. En España fue de la mano de Bambu producciones, con Las chicas del cable. Todo un éxito nacional que traspasó fronteras y se convirtió en una de sus producciones mas vistas en otros países. Apostar por historias propias y de proximidad le ha generado muchos beneficios. Además de darle cierta autonomía en la guerra del streaming. Pero especialmente le ha acercado a sus usuarios. El contenido nacional ha generado cierta fidelidad con la plataforma. No solo ver contenido norteamericano, apostar por producciones de la BBC o por contenidos mezclando países a unido al público. Retener clientes es la prioridad en este momento, por encima de las nuevas altas. Estos fieles usuarios son los que general la estabilidad del negocio. Pero para llegar hasta aquí, la inversión ha aumentado de manera descontrolado. Netflix invertía en 2016, 5.000 millones de dólares al año en contenido propio. En 2020, la inversión fue de 17.000 millones de dólares. Un ejemplo del coste del contenido propio viene con una de sus series más famosa. El reinado de The Crown no es precisamente barato para Netflix, que le supone 13 millones por temporada. Amazon tampoco se está tomando a la ligera su Prime Video, que de los primeros 1.000 millones de dólares en 2013 ha llegado a los 6.000 presupuestados para 2020. Actualmente está produciendo la serie mas cara de la historia, El señor de los anillos. Solo en la primera temporada se van a gastar 387 millones de euros. HBO Max ha invertido en su debut más de 1.000 millones de euros. Y no podemos olvidarnos que el coste de Juego de Tronos supuso todo un hito. La última temporada ha supuesto un desembolso de 90 millones. Por tanto, el conjunto de la serie y sus ocho temporadas ha costado entre 600 y 700 millones de dólares para HBO. Apple TV+, que empezó con 1.000 millones de dólares al año para producir contenidos como ‘The Morning Show’ y ya va por 6.000 millones. En su caso la apuesta por contenido propio vino desde el principio. Su catálogo está compuesto solo de su contenido. Disney+, invirtió en su primer año 1.000 millones, pero planea invertir entre 14 y 16 mil millones anuales en nuevos contenidos en Disney +, Hulu y ESPN + para 2024. La primera serie de su producción fue The Mandalorian, y el CEO de Disney, Bob Iger, desveló en marzo de 2019 que cada episodio de ‘The Mandalorian’ tenía un coste de 10,6 millones de euros. Cifras que le ponen a cualquiera los pelos de punta. Pues ¿se rentabilizan estas series? Este es uno de los grandes misterios que hay ahora mismo detrás de todas estas plataformas. Hasta que punto consiguen rentabilizar estos contenidos que cuestan cifras desorbitadas. Y sobre todo, hasta cuando van a poder mantener este ritmo de producción y coste. Pronto lo sabremos, y conoceremos si esta nueva burbuja explotará antes de lo pensado. Firma: Patricia Vázquez