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Fin de semana en Barcelona. En la comida posterior a la primera comunión de una sobrina, hago lo que mi amigo y socio Joaquín Luqui me enseñó en vida: escuchar a los más pequeños y aprender de lo que hacen.

Carmen (no es su nombre real) tiene 11 años. Es una chica con decenas de amigas. No hay fin de semana en el que no tenga un cumpleaños, una primera comunión o una fiesta. Suele ir acompañada de sus padres.

Carmen le pide el iPhone 5 a su madre. Abre Instagram y me enseña orgullosa el número de “likes” que tienen sus fotos: 25, 16, 14, 23… Carmen no tiene móvil propio: usa el de su madre para publicar fotos de las fiestas a las que acude. Tiene 45 seguidores un nivel de interacción altísimo con ellos.

Carmen sigue las cuentas de Instagram de algunas tiendas de Sant Cugat -donde vive con su hermana y sus padres. Sigue tiendas de moda, alguna casa de chuches y una marca de ropa.

Recuerdo: Carmen tiene 11 años. Las amigas que hacen “me gusta” en sus fotos son de la misma edad. La mayoría no tienen móvil.

Fuente: Gustavo Entrala (www.inspirinas.com)