Aladeen es el tiránico Líder Supremo de Wadiya, un país árabe africano. Encantado de tener sometido bajo su férrea bota al pueblo, de desarrollar la energía nuclear con “fines pacíficos” (siempre ríe cuando lo dice) y de ejecutar a aquellos que se le oponen, el dictador es convocado a Nueva York por Naciones Unidas para explicarse. Es el momento en que Tamir, su tío y hombre de confianza, decide deshacerse de él y sustituirle por un estúpido doble. Lo que no sabe Tamir es que Aladeen sobrevive al hombre que iba a eliminarle, pero le toca comportarse como un ciudadano de a pie para recuperar su posición; encuentra una ayuda inesperada en Zoey, una feminista radical vegetariana algo marimacho, que regenta un establecimiento ecologista y solidario.

 

 

 

Director: Larry Charles

Intérpretes: : Sacha Baron Cohen, Megan Fox, Ben Kingsley, Anna Faris, John C. Reilly, B.J. Novak, J.B. Smoove, Jason Mantzoukas

Guión: Sacha Baron Cohen, Alec Berg, Jeff Schaffer, David Mandel

Duración: 83 min

Género: Comedia

Estreno DVD: 07/11/2012

Público: Jóvenes-adultos

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 3

Acción: 0

Amor: 1

Violencia: 0

Sexo: 3

Crítica:

Para los baremos de zafiedad que habitualmente maneja Sacha Baron Cohen, probablemente El dictador es una película “fina”. Aunque claro, resulta difícil igualar, incluso para él mismo, los “logros” de Borat. En su línea transgresora, hay que reconocer que concibe algún buen gag, se atreve a bromear con el 11-S y critica por igual a dictaduras tiránicas, presuntas democracias y mitos del progresismo. No osa en cambio mentar siquiera el fundamentalismo, pero claro, eso es más arriesgado. Lo que sí está claro es que a Sacha Baron Cohen le encanta revolcarse en la grosería, y aunque en El dictador parece más contenido que en otras ocasiones, no nos ahorra algunas gracieta escatológica próxima a lo vomitivo, el parto, el alivio por los aires del dictador protagonista o cuando éste descubre el placer en solitario.

Aunque con el discurso final parece querer remedar a Charles Chaplin, El dictador está muy, muy lejos, de El gran dictador. Uno hace poesía, el otro, con perdón, emite ventosidades. También se juega con el tema de los dobles, lo que hace pensar en El prisionero de Zenda en clave de humor.

Sobre los actores, poco hay que decir. Ben Kingsley juega con su acento, que probablemente es lo único con lo que puede entretenerse a la hora de concebir a su personaje. Todo es la mayor gloria de “el dictador” Sacha Baron Cohen que es, evidentemente, el rey de la función. Es buen actor, buen cómico, pero prefiríamos verle componiendo buenos personajes, como con Martin Scorsese en La invención de Hugo.

 


Fuente: www.decine21.com