Yakuza (1974)

Mafia japonesa

Veinte años después de abandonar Japón, Harry Kilman es requerido por un amigo suyo para liberar a su hija de los yakuza que la han secuestrado. Allí se reencontrará con un amor del pasado que es hermana del único hombre en Japón capaz de ayudarle, pues tiene con él una deuda de honor.

Excepcional thriller yakuza (subgénero del cine de acción que gira en torno a la mafia japonesa), dirigido por Sydney Pollack y que tiene muchos de los ingredientes de los mejores westerns de los años 50, como la importancia que la historia da a la lealtad y al deber, algo que, si bien es propio del género yakuza, fue el western el que lo convirtió en elemento vehicular de sus películas. Al guion del magnífico Paul Schrader (basado en una historia de su hermano Leonard) se une el trabajo redondo de un Robert Mitchum entrado en años, un actor mucho más completo y menos hierático de lo que la crítica de su tiempo se obstinó en destacar. Y a la suya hay que añadir la interesantísima interpretación del que fuera conocido como “el Clint Eastwood japonés”, Ken Takakura.

Se trata de una película redonda, solida, superlativa, con momentos verdaderamente espectaculares, muy en consonancia con el cine de espías de los años 70 que constituyó, en sí mismo, un subgénero dentro del thriller. Violenta por momentos e íntima por otros, la película constituye un relato perfecto sobre personajes fracasados vencidos por la vida que, sin embargo, no renuncian a aferrarse a una posible redención.

Muchos espectadores hallarán en ella ecos tan obvios en Kill Bill que no puede sino tratarse de un homenaje de Tarantino a una película y un género que han marcado –¡y cómo!– su filmografía.