Centauros del desierto (1956)
El hombre sin hogar
Al término de la Guerra de Secesión, Ethan Edwards regresa a la casa de su hermano adoptivo. Éste vive con su esposa, Martha, con la que tiene dos hijas y además, ha adoptado a Martin, un niño medio indio. Ethan odia descaradamente a los indios, por lo que no aguanta al chico. Un día, un tipo llega a la granja, pidiendo ayuda para recuperar unas vacas robadas por los indios. Ethan encabeza una expedición en busca de los ladrones, pero resulta ser una trampa para alejar a los hombres de sus casas. Cuando se da cuenta, es demasiado tarde, los indios han quemado la casa de su hermano, han matado a éste y a su esposa, y se han llevado a las niñas. Con ayuda de Martin, Ethan removerá cielo y tierra para encontrar a sus sobrinas.
El dominio de la técnica cinematográfica de John Ford alcanzó su cumbre con este lírico western, una de las joyas de su filmografía. El personaje central, interpretado por John Wayne, está descrito con tal sutileza que se trata de una de las grandes creaciones del Séptimo Arte. Se trata de un mercenario contradictorio (odia los indios, parece racista, pero sin embargo conoce sus tradiciones), apátrida, sin hogar, supuestamente contrario a integrarse en la sociedad, pero capaz de arriesgar su vida para salvar a sus familiares. El personaje, un rudo pionero de los que hicieron posible el avance de a civilización, parece haberse quedado anticuado, una vez que ha cumplido con su tarea, tema que Ford recuperó en El hombre que mató a Liberty Valance, otro de sus grandes films, y que había tratado anteriormente en La legión invencible. A partir de un modélico guión de Frank S. Nugent, Ford compuso una obra maestra sobre la necesidad de las relaciones familiares, el sentido del la vida, el deber, el odio, y el choque multicultural.