La última locura de Claire Darling (2019)

 

La sombra de la tristeza es alargada

Verderonne, un pueblecito en el Oise francés. La anciana Claire Darling, viuda y propietaria de una preciosa casa en el campo, decorada con todo tipo de tesoros preciosos, cuadros, muebles, autómatas, ha decidido sacar todo al jardín y venderlo en un improvisado mercadillo. La sensación es que ha perdido la cabeza, algo que parece confirmar su idea de que va a morir ese día; Martine, una lugareña amiga de la infancia de Marie, hija de Claire, la avisa, y aunque hace muchos años que no hay contacto, acude a ver qué pasa. Lo que hace que vuelvan a supurar heridas afectivas nunca cerradas, debidas a una tragedia familiar del pasado.

Julie Bertucelli, que se ha formado –y se nota– al calor de cineastas como Otar IosselianiKrzysztof KieslowskiBertrand Tavernier y Rithy Panh, de los que ha sido ayudante de dirección, y rodado varios documentales, vuelve a la ficción sobre la familia y la muerte que caracterizó a su film El árbol con esta adaptación de una novela de Lynda Rutledge. El film sabe jugar bien con esa esa especie de demencia senil que parece aquejar a Claire, para manejar un estructura narrativa deconstruida, en que conviven el presente y el pasado, a veces en el mismo plano. Con cierto atrevimiento pueden verse versiones actuales y juveniles o infantiles de los personajes, y en algunos momentos es clara la deuda con el realismo mágico. Y queda todo el rato la tristeza de un final de etapa, y la intriga de qué le ocurrió a la querida familia Darling.

Podría sonar todo a artificioso, pero el guión del film a varias manos es sólido, y Catherine Deneuve está sensacional como protagonista ida, también en su confrontación con Chiara Mastroianni, su hija, los reproches, el sabor agridulce de lo no resuelto y del daño mutuamente infligido está ahí. Por el tono del film se juega también a la carta de la ambigüedad, uno no acaba de tener claro si hay motivos para haber alimentado un sentido de culpa, y la hija la ayuda con una mentira piadosa, o si la soledad y la amargura han hecho que ese sentimiento creciera y se hiciera muy real. Este no estar seguros, también en los sentimientos entre Claire y el sacerdote que se apiadó de ella cuando sobrevino la tragedia, da al film una vaporoso atmósfera, muy especial y elegante.