Custodia compartida (2017)

Hogar hecho añicos

Vigoroso debut en el largometraje del antes ocasional actor Xavier Legrand, que siendo un chaval hizo Adiós, muchachos a las órdenes de Louis Malle, y tras ser nominado al Oscar por su mediometraje Antes de perderlo todo, ha continuado la idea argumental en este film.

Describe con gran intensidad, y sabiendo cambiar el tono cuando es necesario con enorme soltura, las vicisitudes de una familia tras la ruptura matrimonial. Miriam y Antoine Besson se disputan la custodia del hijo menor, Julien, la hija Joséphine es mayor de edad y puede decidir por sí misma, y la elección estar con la madre. También Julien querría lo mismo, pero la jueza dictamina una custodia compartida. Los fines de semana que le toca estar con su padre, son para Julien un infierno, pues él es el instrumento que el otro quiere usar para llegar hasta la madre, con la que querría volver, cayendo en algo muy próximo al acoso.

La película es una potente narración de cómo un hogar puede hacerse añicos. Y puede hacer convivir la escena inicial –que podría haberse grabado en el mundo real tal cual en un juzgado, con la exposición de los abogados de ambas partes, las preguntas de la jueza, los tecnicismos y argucias para lograr que se falle a favor de uno u otro cónyuge– con un clímax de gran tensión no muy lejano al cine de terror, y entre medio el acercamiento al lado humano de los personajes, sin que el conjunto chirríe.

Es cierto que la opción argumental de Legrand es ofrecer “una foto” en que, más allá de los detalles que pudieran haber llevado al deterioro de la relación, con posibles culpas en una y otra parte, se decide partir de una situación de naufragio, con uno de los esposos completamente desquiciado, en que la frustración y la impotencia hacen profunda mella, sin importarle el dolor y el sufrimiento que inflige a su alrededor. Acierta Legrand en los detalles de “la foto”, en que vemos reacciones muy humanas, de miedo, pena y desequilibrio.

Denis Ménochet sabe encarnar la mezcla de sentimientos de su personaje, en que lo una vez pudiera haber sido amor ha degenerado; también están muy bien Léa Drucker como la madre, y Thomas Gioria como el hijo, que confirma con su interpretación la idea de que las principales víctimas de un divorcio son los hijos, precisamente porque aún no han alcanzado la madurez que les puede hacer encajar mejor el duro trago de esa ruptura.