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En mi experiencia, un ambiente de clase se enriquece cuando se siente como un segundo hogar. Mi objetivo es fomentar que los futuros docentes construyan espacios acogedores, donde la disposición del aula invite a la colaboración y comunicación abierta. Aunque el respeto y el tono humano son los que realmente hacen la diferencia, no podemos olvidar la importancia de materiales atractivos y, por supuesto, de la tecnología, que es esencial para enriquecer el entorno educativo.

Constato en mis clases que la tecnología bien utilizada es una herramienta poderosa. Se convierte en un catalizador para la comunicación y el entendimiento. Nos permite una interacción con los alumnos que antes era impensable.

La inclusión de la tecnología educativa ha transformado las aulas en ecosistemas dinámicos de aprendizaje. Recursos como videos educativos, e-books, y aplicaciones interactivas, se adaptan con los distintos estilos de aprendizaje de los estudiantes, y permiten un enfoque más personalizado y, por ello, más motivador.

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