Explotar determinadas situaciones morbosas no es algo nuevo en los numerosos realities que invaden, desde hace tiempo, el panorama televisivo y las plataformas de contenidos. Compartamos o no el gusto por este tipo de programas, lo cierto es que algunos de ellos no dejan de batir récords de audiencia edición tras edición. La isla de las tentaciones, que acaba de arrancar su séptima temporada, es un ejemplo de ello.

No obstante, lo más inquietante no es que los adultos se vean atraídos por dichos contenidos, sino que sean cada vez más los jóvenes que los siguen. Pero, ya sea por omisión o connivencia, ¿hacemos bien los padres dejando que nuestros hijos contemplen esta clase de emisiones?

En qué consiste La isla de las tentaciones

La dinámica de La Isla de las Tentaciones es sencilla, algo que contrasta con sus enrevesados, y a veces inverosímiles, giros de guion. Cinco parejas, supuestamente reales, se ponen a prueba conviviendo por separado con una decena de candidatos del sexo opuesto, que intentarán seducirles y quebrantar así sus lazos sentimentales. Un reto en el que se embarcan, según afirman muchos de ellos y para mayor sinsentido, con el fin de superar una crisis o de comprobar el grado de confianza mutuo.

A partir de ahí, casi todo vale. Y cuanto más disparatado, humillante o exagerado, mejor, pues más serán así los minutos que las cámaras centren su atención en los concursantes implicados. Las oportunidades de aparecer en alguno de los programas satélite, con su correspondiente y jugoso pellizco monetario, se multiplican a medida que crecen los escándalos. Algo que deriva en una escalada de acontecimientos dudosamente aceptables y en comportamientos y subidas de tono poco o nada ejemplares.

Prueba tras prueba, roce tras roce y bronca tras bronca, se llega a un desenlace final que contempla tres posibilidades: que los miembros de cada pareja vuelvan juntos, con uno de los aspirantes o solos. Entretanto, como no podía ser de otra forma, los constantes resúmenes y debates paralelos acrecientan el eco de lo acontecido en cada entrega, y con él la participación masiva de los espectadores en las redes sociales, incluidos famosos y personajes conocidos de toda índole.

 

Dinámica de La Isla de las Tentaciones
Los concursantes pueden regresar con su pareja, con otra persona o solos | Fuente: Telecinco

¿Por qué no es un programa apropiado para niños?

Dicho lo anterior, no es en absoluto condenable que quien lo desee, en el ejercicio de sus libertades, disfrute de los contenidos televisivos que le plazcan. Ni moral ni intelectualmente ni en ningún otro sentido. Sí resulta más cuestionable, en cambio, permitir que nuestros hijos lo hagan a edades demasiado tempranas, sobre todo cuando hablamos de un programa no recomendado para menores de 16 años.

El motivo de que se desaconseje su visionado a niños con menos edad guarda relación con que, a esas alturas, no disponen de un espíritu crítico sólido y pueden terminar normalizando e imitando determinadas conductas inadecuadas. Por no hablar de las frecuentes escenas o palabras subidas de tono escasamente aptas para ellos. Entre los ejemplos negativos que La Isla de las Tentaciones puede proyectar sobre nuestros hijos destacan los siguientes:

1. Su propio planteamiento basado en el morbo

El argumento central del programa, sucumbir o no a la infidelidad, se ve alimentado por la continua provocación a la que se somete a ambos miembros de la pareja, utilizando secuencias fuera de contexto para generarles dudas e ir alimentando, de esta forma, el conflicto.

2. Los comportamientos desleales

A raíz de lo anterior, la falta de lealtad se convierte en una constante. Lo que prometía ser una prueba de confianza termina desembocando en traiciones mutuas que no hacen sino seguir deteriorando la relación sentimental.

Traiciones en la Isla de las Tentaciones
La traición es una constante en los distintos programas de La Isla de las Tentaciones | Fuente: Telecinco

3. El concepto tóxico de la pareja

Los celos, las faltas de respeto, las actitudes posesivas y los comportamientos obsesivos conforman un paradigma sentimental distorsionado que en nada beneficia a los niños de cara a su futura vida adulta. La posibilidad de que tomen como referencia ese concepto tóxico de la pareja es un riesgo muy real que los padres haríamos bien en erradicar.

4. La cosificación de la mujer

Aunque venga dada, en gran parte, de manera indirecta, el predominio de cuerpos supuestamente perfectos da lugar a una cosificación de las mujeres. Este establecimiento de un canon de belleza único puede ocasionar problemas físicos y psicológicos o, cuanto menos, una distorsión de la escala de valores de las niñas, donde la prioridad absoluta será ajustarse a dicho prototipo.

5. El ensalzamiento del oportunismo

La isla de las tentaciones supone un trampolín para los participantes de cara a intervenir en otros programas similares, algo que todos parecen tener muy presente desde el principio. Por eso mismo, toda exageración es poca a la hora de hacer méritos para lograrlo. Este culto al oportunismo es, sin embargo, un pésimo ejemplo para nuestros hijos, a los que deja un peligroso mensaje: vivir bien sin trabajar es posible y, para conseguirlo, todo vale.