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Woody Grant, un anciano alcohólico con una progresiva pérdida de facultades, se empeña en recorrer los más de mil kilómetros que separan su casa en Billings (Montana) de la ciudad de Lincoln (Nebraska), con el objetivo de recoger un premio de 1 millón de dólares anunciado en un folleto de falsa propaganda que ha recibido. Después de frustrar una y otra vez sus intentos de iniciar el viaje en solitario, y ante el empeño mostrado por su padre, su hijo menor, David, accederá a acompañarlo a Lincoln en coche para mantener durante un par de días más su ilusión por el falso premio. En su trayecto, David y su padre harán una parada en Hawthorne, el pueblo donde Woody nació y se crió.

Director: Alexander Payne

Intérpretes: Bruce Dern, Will Forte, Stacy Keach, Bob Odenkirk, June Squibb, Missy Doty, Kevin Kunkel, Angela McEwan

Guión: Bob Nelson, Phil Johnston

Duración: 115′

Género: Comedia, Drama, Road movie

Estreno DVD: 11/06/2014

Público: +18

Valoración: ****

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 3

Acción: 0

Amor: 0

Violencia: 0

Sexo: 0

Crítica:

Autor de una filmografía mucho más dilatada en el tiempo que en el número de sus componentes, Alexander Payne se ha convertido en la última década en un director de referencia en el panorama cinematográfico. Sus películas han sido aplaudidas en cualquier festival donde se han presentado, y su nombre ha hecho acto de presencia en las temporadas de premios que han coincidido con el estreno de sus últimas creaciones.

Así ocurrió con sus dos títulos más reconocidos por parte de público y crítica, Entre copas y Los descendientes, producciones precedidas por propuestas de menor renombre como Election o A propósito de Schmidt, y que en su día le hicieron alzarse con sendos premios Oscar al mejor guión adaptado. Las seis nominaciones que ha conseguido este año Nebraska confirman esta tendencia en la obra del autor de Omaha que, por primera vez en este film, ha abandonado la labor de guionista, dejándola en manos de Bob Nelson.

Este dato resulta remarcable, no sólo por tratarse de su faceta más premiada, sino porque, en su conjunto, Nebraska se ajusta de manera integral en el estilo y la concepción fílmica del director. La nueva película de Payne mantiene esa fijación por el personaje patético, perdido y perdedor; por el protagonista atrapado en un episodio vital necesitado de cambios y sentido; y por una narración que aborda el mundo cotidiano y la dimensión social con una compleja mezcla de dulzura, acidez, comprensión, compasión y crítica, todo ello enmarcado en un relato donde el drama y la comedia se funden sin opción de excluirse el uno al otro.

Este cariz de obra personal se acrecienta al estar ésta ambientada en la tierra del propio Payne, una Nebraska que el realizador radiografía física y humanamente en su parte rural, y en la que encuentra el escenario perfecto para dar rienda suelta a su particular universo. Sin salirse de ese modo de hacer tan suyo, Payne retrata la América profunda (y cualquier escenario que el espectador quiera identificar con ella), y desnuda, por un lado, sus dinámicas con caracterizaciones en las que la caricatura puede exagerar las formas pero, casi nunca, el fondo; y, por otro, sus espacios, con un bello uso del blanco y negro que elimina filtros y busca simplicidad.

Allí reúnen, Payne y Nelson, a toda una colección de personajes que dan forma a esta crónica y presentan algunos puntos de luz (como ese poético y nostálgico dibujo de la directora del periódico local) y zonas más oscuras (como las que representan ese grupo de amigos y familiares dispuestos a aprovecharse de la suerte del premiado Woody). Sin embargo, la gran apuesta de los responsables de Nebraska consiste en captar el matiz, en una escala de grises tan extensa como la que ofrece su fotografía, y que configura esa estampa de mundo imperfecto habitado por gente imperfecta.

Reflexiones sobre la familia, las raíces, el pasado y sus consecuencias, el estancamiento, la rutina o el matrimonio se dan cita en esta narración plagada de secundarios, para acompañar y completar el relato central que supone la odisea familiar de los Grant. Porque, ante todo, Nebraska es una road movie, la travesía de un hombre física y moralmente derrotado por la vida en su último intento de alcanzar el triunfo. Y es, también, el viaje de su hijo, amenazado con caer en la tibieza existencial, hacia el descubrimiento de su padre.

Bruce Dern (premiado en Cannes y nominado al Oscar) está extraordinario en el papel protagonista, y muy bien acompañado por un reparto que parece comprender perfectamente las necesidades de una película entrañable, abierta con cariño e ironía a la tristeza del defecto humano, pero también al gesto de encuentro y de reconciliación.

Fuente: Juan Xipell (www.taconline.net)