Muchas personas proporcionan más información sensible de la necesaria al usar su ‘smartphone’ u ordenador

La llegada de los teléfonos inteligentes cambió el modo en que interactuamos con internet: desde entonces podemos navegar en cualquier parte, lo que también implica publicar en las redes sociales, realizar búsquedas inverosímiles en Google, intercambiar mensajes instantáneos, consumir contenido en ‘streaming’ o darnos el enésimo capricho en alguna tienda online. Dichas acciones acrecientan nuestra llamada ‘huella digital’, esto es, el rastro que dejamos en la red de redes a base de introducir datos personales, publicar fotografías o permitir las comunicaciones promocionales al registrarnos en cualquier sitio web.

Camilo Gutiérrez Amaya, jefe del Laboratorio de Investigación de la firma de ciberseguridad ESET, explica así los riesgos de una huella digital demasiado marcada: «Cuanto más sean los sitios y aplicaciones con los que compartas información personal, más posibilidades tendrás de que tus datos terminen expuestos, tanto si una de esas compañías se ve comprometida como si los cibercriminales te atacan directamente«.

«Incluso algo bastante inocuo como el nombre de tu mascota o el cargo que ocupas podrían ser utilizados por los cibercriminales -prosigue Gutiérrez-. De este modo abren cuentas en nuestro nombre y realizan ataques de suplantación personalizados, con los que recabar datos aún más confidenciales».

Cómo reducir nuestra huella digital

Estos son algunos de los consejos más recurrentes de los expertos en ciberseguridad a la hora de reducir la cantidad de información que volcamos en internet:

• Descargar menos aplicaciones: Las aplicaciones que instalamos en nuestros dispositivos demandan cada vez más ‘permisos’, esto es, solicitan acceder a nuestros datos personales, ubicación e incluso el historial de navegación. Dicha información a menudo se comparte con terceros (mayormente anunciantes) como método de monetización.

La lógica dicta entonces descargar únicamente aquellas aplicaciones que nos resulten indispensables; desinstalar aquellas que no hayamos utilizado en bastantes meses y repasar los permisos que hemos concedido a cada una de las apps almacenadas en el móvil (denegando aquellos que no parezcan razonables). Sospeche, por ejemplo, si una aplicación de calculadora le pide acceder a su localización: no existe justificación alguna para que lo necesite.

• Registrarse en el menor número de webs posible: Rara es la página web que no permite crear un perfil de usuario hoy en día; otro método para nutrir bases de datos y bombardear a los visitantes con propaganda. Lo recomendado es configurar el mínimo número de cuentas posible en internet, aunque esto implique tener que introducir nuestra dirección o datos de pago cada vez que compremos en una tienda ‘online’ (muchas permiten adquirir productos sin registro o con cuentas ‘de invitado’).

Tampoco está de más llevar un registro de aquellos sitios en los que estamos registrados y cerrar nuestra cuenta si llevamos mucho tiempo sin visitarlos. De hecho, los delincuentes suelen hacerse con la información de páginas abandonadas, cuyos servidores se encuentran desprotegidos (al final y al cabo, los usuarios se han olvidado de sus perfiles, los cuales seguramente estén asociados a contraseñas antiguas y muy vulnerables).

• No proporcionar datos confidenciales: Números de teléfonos, direcciones postales y de correo electrónico, datos financieros… Son algunas de las cosas que deberíamos evitar proporcionar en internet (salvo causa de fuerza mayor, como un trámite administrativo verificado). Estos datos facilitan la recepción de emails y mensajes de texto fraudulentos, con los que los atacantes se hacen pasar por Hacienda, Correos u otras empresas de mensajería.

• Ojo con las publicaciones en redes sociales: No existe vuelta atrás cuando subimos una foto o vídeo a las redes sociales. Por mucho que la suprimamos, siempre cabe la posibilidad de que alguien la haya capturado y permanezca por siempre en internet. Por esto debemos pensárnoslo dos veces antes de publicar contenidos que aparejen detalles sobre nuestra vida personal o profesional: ¿aparece el colegio de nuestros hijos o nuestra oficina al fondo de una imagen?

Los expertos también recomiendan restringir el acceso a nuestro perfil (a través de los ajustes de privacidad de cada red social), de forma que solo nuestras amistades y conocidos puedan consultarlo.

• La engañifa de las encuestas por internet: ¿Quién no se ha topado con alguna encuesta por internet de las que recompensan con un jugoso premio (tarjetas regalo de Amazon, un robot de cocina…)? Están diseñadas para recopilar nuestros datos; y no siempre con fines de marketing, ya que algunos de estos sorteos terminan en misteriosos cargos bancarios. Abstenerse de rellenar encuestas sin ton ni son es otro método efectivo para una huella digital lo más pequeña posible.

• Evitar los boletines digitales: Muchas tiendas ‘online’ ofrecen jugosos descuentos si nos suscribimos a sus boletines de noticias o ‘newsletters’. Si realmente estamos interesados en alguno, lo mejor es utilizar una dirección de correo electrónico alternativa, creada expresamente para estos fines. Los dispositivos de Apple, además, permiten enmascarar nuestra dirección principal al registrarnos en cualquier web o ‘app’.

• Desactivar las ‘cookies’ de terceros: Las ‘cookies’ son pequeños archivos que se descargan a nuestro móvil u ordenador cuando visitamos una página web. Éstos pueden contener nombres de usuario y contraseñas, por lo que debemos considerar rechazarlas cuando accedamos a un sitio por primera vez. También está la opción de deshabilitar el ‘seguimiento de terceros’ en la configuración de privacidad de nuestro navegador.

• Usar menos dispositivos: Móviles, tabletas electrónicas, ordenadores de sobremesa y portátiles… Hasta consolas de videojuegos con navegador. Cuantos más aparatos usemos, más posibilidades de introducir datos sensibles en Internet y de que éstos acaben cayendo en malas manos. En este sentido, deberíamos utilizar solo los ‘gadgets’ imprescindibles y concentrar el grueso de nuestra actividad online en un par de ellos.

A todo lo anterior debemos sumar el llamado ‘derecho al olvido’ en internet, esto es, nuestro derecho legítimo a solicitar que determinada información desaparezca de cierta plataforma, buscador o servicio. Todas ellas deben contar con un formulario para ejercerlo pero, si hiciesen caso omiso, siempre podemos recurrir a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD).