La mayoría de las series israelíes están en la plataforma Filmin, pero Netflix tiene la mejor de ellas. La compró casi nada más nacer, en 2016, y ahora estrena la cuarta temporada. Fauda es lo mejor de su catálogo más reciente, sepultada debajo de toneladas de contenidos de las más variadas procedencias, y casi siempre de una calidad más que relativa.
Fauda es primera clase. Como Antidisturbios y Patria en España, Gomorra en Italia o Borgen en Dinamarca. Una serie que cuenta una historia y unos personajes de verdad, con una base de documentación imponente que se nota en cada fotograma. La guerra diaria entre el ejercito israelí y el Mossad por un lado, y la resistencia áraba y Hamás por el otro, es tan inteligente y cruel que podría ser asfixiante. Pero los creadores de esta serie son muy hábiles y dejan que los personajes tengan vida, vulnerabilidad y familia en ambos bandos. En este sentido, Fauda se asimila a Homeland o La Unidad al mostrar una galería dramática compleja, sin espacio para el maniqueísmo.
Esta ficción impacta y conmueve, además de sumergir al espectador en un territorio espeluznante en el que sus habitantes malviven por una misión que les supera y a la vez da sentido a sus existencias. La mayoría de los guionistas y actores de la serie han vivido en situaciones con bastantes similitudes, ya que hay que recordar que el servicio militar en Israel tiene una duración de 32 meses para los hombres, y 24 para las mujeres. Esa tensión psicológica se refleja en una serie que atrapa y hace pensar como pocas sin necesidad de retorcer al espectador con una crudeza excesiva.
Firma: Claudio Sánchez