Barcelona, 2017. Una pareja se reencuentra después de cinco años de no verse y de haber pasado unas circunstancias difíciles en sus vidas. Cuando sienten que el pasado ya no tiene importancia de repente vuelve. Las heridas no cerradas permanecen siempre abiertas.

Director: Isabel Coixet

Intérpretes: Javier Cámara, Candela Peña

Guión: Isabel Coixet

Duración: 108′

Género: Drama, Romántica

Estreno DVD: 04/09/2013

Público: +16

Valoración: **

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 1

Acción: 1

Amor: 1

Violencia: 1

Sexo: 1

Crítica:

Desde sus inicios, la filmografía de Isabel Coixet ha tejido una singular y personal imagen del dolor y del amor, con voluntad de profundidad. Sus películas, bañadas por una fotografía que evidencia y alienta su pasado publicitario, no dejan indiferente, aunque no siempre han mantenido el nivel de lirismo y alguna vez se ha arrojado sobre ellas el fantasma de la previsibilidad.

Ayer no termina nunca da un vuelco al estilo visual y estructural al que nos tenía acostumbrados la directora barcelonesa. Entre Antonioni y Malick, pero con ciertos aderezos más chabacanos que poéticos, discurre la propuesta formal, de un argumento que pretende fluir entre la denuncia futurista (a corto plazo) sobre la crisis económica en España y la reflexión sobre la crisis de pareja y el sentimiento de pérdida.

Tras 15 minutos de metraje, se entrevé demasiada ambición en sendos terrenos (forma y fondo). Tras media hora, se evidencia que los actores, siendo buenos en otras películas, aquí son insuficientes. El texto -ampuloso, implícito y contenido en su mayor parte y hasta límites que rozan el artificio- pide demasiado y les queda, irremediablemente, grande, a pesar de la buena voluntad que ponen.

Isabel Coixet juega con la idea de Antonioni de abandonar a la pareja perdida en un espacio, aquí también abandonado como símbolo de su crisis personal pero también de la social. Sus dos protagonistas deambulan y conversan a través de sobreentendidos. Sin embargo, Antonioni encajaba su puesta en escena al servicio de una ideología que pretendía manifestar el hastío y aburrimiento vital, mientras que Coixet consigue el efecto (tedio) pero no el trasfondo, quizá porque sus personajes realmente no son apáticos (en realidad, tienen miedo de manifestar su vulnerabilidad) y porque los espacios de filman con intención preciosista.

La reiteración del mecanismo de puesta en escena –entre color y blanco y negro para la focalización objetiva y la subjetiva- y de diálogo entrecortado con cierta impostación para generar suspense trasluce demasiada intención intelectual e insuficiente naturalidad.

A pesar de todo eso, no puede negarse que Isabel Coixet desnuda mejor que la mayoría de directores autóctonos las flaquezas del hombre ante los lazos más fuertes de la vida. Ayer no termina nunca no es su mejor relato al respecto, pero tiene momentos de veracidad, gracias al conflicto que ha escogido y que tarda en revelarse. Amarga, triste, atormentada y de esperanza algo apagada.


Fuente: Lourdes Domingo (www.taconline.net)