Ficha:

187 min. | Western

Público apropiado: Adultos

Año: 2015

País: EE.UU.

Dirección: Quentin Tarantino

Intérpretes: Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Jennifer Jason Leigh, Walton Goggins, Tim Roth, Michael Madsen, Bruce Dern, Channing Tatum, Zoe Bell, Demián Bichir, Dana Gourrier, James Parks

Largo spaguetti-western, más de tres horas, a cargo de Quentin Tarantino, con su toque especial de largos y estudiados diálogos, y para el cual ha contado por fin con una banda sonora original de Ennio Morricone, que hizo la música para los filmes del género de Sergio Leone.

Está estructurado en seis capítulos, dos en la diligencia, dos en la casa de postas de la “Mercería de Minnie” a la que arriban los viajeros de la diligencia, un quinto, flash-back, que explica ciertos acontecimientos mientras viajaba la diligencia, más uno último climático. Y aunque es un film dinámico y con formidables exteriores, bien podría concebirse como una obra de teatro, tan importantes son los intercambios dialécticos.

Situada la narración en los años posteriores de la guerra de secesión, arranca con el encuentro de dos cazarrecompensas: John Kurz, que lleva consigo a una prisionera para la horca, Daisy Domergue, y el mayor negro Marquis Warren, que prefiere entregar cadáveres para evitarse problemas y combatió por el norte. En medio de una terrible ventisca en los nevados parajes de Wyoming, van camino de Red Rock y se topan con Chris Mannix, el futuro sheriff de la localidad, sureño. No desean otra cosa que poder refugiarse de las inclemencias del tiempo en la “Mercería de Minnie”, pero en dicho lugar aguardan bastantes sorpresas.

Con su octava película Tarantino confirma lo que todos sabemos: es un gran contador de historias y un gran director, que sabe imprimir ritmo a la narración, sin temor a agotar con las largas parrafadas que sueltan sus personajes, o con sus gamberradas violentas, de modo especial el último tramo del film, un festival casi gore, no faltan disparos a la cabeza y desparrame de sesos. El plano de apertura, que arranca en un crucificado de piedra para abrirse y mostrar cómo se acerca la diligencia, demuestra su maestría. Y sabe definir a sus personajes, concediendo a cada unos los rasgos precisos –la película es un regalo para los actores, por supuesto para el más protagonista Samuel L. Jackson, pero también para Kurt Russell, Walton Goggins, Tim Roth, Jennifer Jason Leigh, etc–, y contraataca de algún modo a los que le tachan de racista porque repita hasta la saciedad la palabra despectiva “nigger”, de modo especial con el obsceno relato ligado al hijo de un general sudista, acudiendo a la ironía de ida y vuelta, una especie de curioso juego de ping-pong que le funciona.

El antiguo empleado de videoclub supura cinefilia por todos los fotogramas de este film rodado en celuloide en 70 milímetros. Y se entrega a un ejercicio donde, el título lo deja claro, los personajes son odiosos: inmorales y con escasos escrúpulos, cada uno busca su propio beneficio, buscando para ello los necesarios aliados y manteniendo las lealtades mínimas que aconseja el instinto de supervivencia. Quizá el que al final sea todo un cínico juego de “niño travieso” es lo que pesa a un cineasta que con un poco más de peso específico en sus propuestas podría ser genial.

Firma: José María Aresté