Dos investigadoras de la UNIR ponen en marcha una iniciativa online que ayuda de forma anónima a los jóvenes con un uso problemático de la pornografía

Varios estudios internacionales apuntan que entre el 5% y el 14% de los adolescentes de 14 a 19 años consumen pornografía de forma excesiva y compulsiva. Según los datos del informe publicado por Save the Children, la edad media de inicio para el uso de pornografía es de doce años, aunque se señala que la exposición ocurre a edades cada vez más tempranas con niños que tienen su primer contacto con la pornografía online entre los nueve y los once años.

Aunque recientes estudios arrojan que el 97,3% de varones adolescentes entre 12 y 17 años han buscado pornografía alguna vez, frente al 78,3% de las chicas, la edad del primer contacto con la pornografía puede ser incluso anterior, pues cada vez más niños acceden a edades más tempranas a internet desde dispositivos electrónicos.

Gemma Mestre-Bach, investigadora principal del grupo de Investigación en Adicciones Comportamentales de Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), reconoce que «debido a que la exposición de los adolescentes y adultos jóvenes a los materiales pornográficos está incrementando mucho en los últimos años, resulta imprescindible desarrollar intervenciones eficaces que permitan sensibilizar a la población joven sobre el uso problemático de la pornografía y darles las herramientas para afrontar sus consecuencias».

Explica a ABC que desde 2020 un grupo de investigadores de esta universidad se preocupó por analizar en distintos colegios de España y México el comportamientos de los alumnos y descubrieron que la adicción a la pornografía afectaba a gran número de ellos al nivel de cualquier tóxico, con una falta de control sobre su conducta lo que les hace dejar de lado muchas de sus responsabilidades.

Asegura que «en España no hay ningún programa que de verdad aborde este problema en los jóvenes. ¡Y mucho menos que trate de prevenir este tipo de comportamientos! Existe un gran vacío al respecto y por ello quisimos mover ficha para ayudar a este grupo de población».

Con el respaldo de esta universidad, Mestre-Bach no dudó en ponerse en contacto con organismos internacionales más adelantados en esta cuestión para conocer qué estaban haciendo, como es el caso de la Universidad Eötvös Loránd de Hungría y el Instituto Suizo de Investigación para la Salud Pública. «En estos organismos se había demostrado que diferentes programas tenían un beneficio significativo al controlar los síntomas de las personas afectadas, ya que les ayudaba a disminuir sus niveles de impulsividad y regular sus emociones, lo que es un paso muy importante en su curación. Desde estos organismos nos dieron permiso para trasladar su iniciativa a España y desde la universidad lo adaptamos a los jóvenes españoles de 16 a 24 años. Elegimos la edad de 16 años porque se supone que es la edad mínima con la que pueden hacer una intervención en el programa sin necesidad de permiso paterno».

Y es que el programa, ‘Cómo dejarlo’ -del Instituto de Transferencia e Investigación (ITEI) de la UNIR- está dirigido a aquellos jóvenes que quieran participar de forma voluntaria en sesiones online, totalmente anónimas y gratuitas. «El problema es que muchos jóvenes, sobre todo chicos, sospechan que están dedicando demasiado tiempo a ver pornografía, pero no saben hasta qué punto es así y, sobre todo, ignoran qué problemas puede acarrearles en su vida sexual y en otras áreas del comportamiento. La herramienta ‘Cómo dejarlo’ les sirve para valorarse, salir de dudas y pedir ayuda si verdaderamente la necesitan».

Este programa tiene una duración de 6 semanas y permite a sus usuarios enfrentarse a situaciones problemáticas como el deseo de consumo excesivo de contenido pornográfico, así como identificar y resolver situaciones de riesgo. Consta de varios módulos terapéuticos basados en técnicas propias de terapia cognitivo conductual, entrevista motivacional y el mindfulness.

6 módulos de motivación para el cambio

El primer módulo está dedicado a la motivación para el cambio, y en él el participante sabrá hasta qué punto tiene una adicción a la pornografía, los problemas que esto le supone y qué debe cambiar. En el segundo módulo se analizan las situaciones de riesgo; es decir, se identifican qué aspectos de la persona le incitan a consumir: si es cuando está aburrido, cuando está cansado, cuando le ha salido algo mal en el día, cuando tiene tiempo libre, está eufórico de felicidad…

El tercer módulo se denomina ‘Sentirse bien’ y pretende ayudar a cambiar hábitos de consumo que ayuden a alejar la pornografía de su mente. En el cuarto, ‘Fuente de deseo’ se insiste en identificar el impulso que incita a consumir porno. El siguiente módulo, ‘Pensamientos negativos’, ofrece pautas para analizar errores en el pensamiento, qué es lo que hay que modificar en la parte más racional… Por último, ‘Conserva tu éxito’, es un módulo destinado a prevenir recaídas ante momentos de debilidad.

La idea de este programa es, según añade la investigadora del Grupo, Giulia Testa, «extenderlo a todos los colegios de España, para que al menos, las personas afectadas sepan que hay un programa que puede ayudarles a salir de su problema». Y es que, tal y como señala Gemma Mestre-Bach, el problema de estos jóvenes es, primero reconocer que tienen este problema con el consumo de porno y, segundo, pedir ayuda porque para ellos supone una vergüenza reconocerlo ante sus padres y desconocen, por tanto, dónde acudir. No se atreven a dar ningún paso y al final se encierran más en su adicción. Por ello -explica- el hecho de ser una iniciativa online, a la que pueden acceder por ellos mismos de manera anónima a través de su móvil y en cualquier parte, les facilita la solución. O, al menos, el primer paso para encontrar la solución porque según avancen en los módulos podrán determinar después si necesitan o no ayuda profesional de manera adicional».

El programa acaba de ponerse en marcha y ya hay 50 jóvenes apuntados. Giulia Testa, recuerda que «queda mucho por saber respecto a este tema. Los científicos vemos comportamientos sociales que podrían estar asociados al uso problemático de contenido sexualmente explícito, por lo que es importante que se siga investigando para poder abordar la problemática desde un prisma profesional», concluye.