Antena 3 está en una de esas situaciones en las que todo le sale bien. Le ha salido bien la jugada de los culebrones de tarde -‘Bandolera’ y ‘El secreto de Puente Viejo’-, le ha salido a pedir de boca la apuesta por ‘El barco’, le ha salido redondo el concurso de Sobera, le ha salido bien igualmente ‘La reina del sur’ y ahora le ha salido aún mejor la serie británica ‘Downton Abbey’, que se estrenaba esta semana con cifras estupendas y que, al calor del éxito, ya ha asegurado una segunda temporada. ¿Se puede pedir más? Probablemente sí, pero mejor que no lo hagan, porque la avaricia rompe el saco. Antena 3 llevaba años sin conocer una racha tan brillante. ‘Downton Abbey’ es una de esas grandes series inglesas, tremendamente inglesas, que nos sumergen en un mundo completamente distinto al que la mayoría conocemos. Por poner dos referencias, yo diría que está a mitad de camino entre ‘Retorno a Brideshead’, tan turbia como sublime, y ‘Arriba y abajo’, que sabía ser algo más que costumbrismo. De la primera tiene el retrato de un mundo que expira -el final del imperio-, y de la segunda tiene el punto de vista del servicio, que es una mirada siempre singular. Todo eso hay que envolverlo en una calidad técnica y estética apabullante: por escenario -el formidable castillo de los Carnarvon-, interpretaciones, guiones. incluso el argumento parece ajeno a los tópicos contemporáneos, lo cual siempre es de agradecer.

Estamos, pues, ante una serie que vale la pena ver, uno de esos productos que luego la gente recuerda durante años. El único reproche que se le puede hacer concierne no al producto, sino a la web de la cadena, que ayer aún no había colgado el episodio de estreno. Esto tiene su importancia. Antena 3 nos ha acostumbrado a una web estupenda, donde es posible ver enseguida todo lo que se estrena, de manera que resulta un poco decepcionante acudir buscando el capítulo y encontrar solo vídeos promocionales. Salvada esa cuestión, de ‘Downton Abbey’ solo pueden decirse cosas positivas. Increíble.

 Fuente: JOSÉ JAVIER ESPARZA (El Diario Vasco, 20.03.11)