El impostor nos acerca una historia que ya apareció reseñada en The New Yorker de la mano del periodista David Grann. En concreto, se trata del relato de un chaval que se hace pasar por Nicholas Barclay, el hijo desaparecido de una familia del Medio Oeste americano. El problema es que el hijo es rubio y él es moreno, además de francés y 10 años mayor que el desaparecido. El punto de partida de la película lo encontramos cuando dicha familia, lejos de rechazar al joven francés, lo acepta y dice que sí, que él es el hijo desaparecido.

 

 

 

 

Director: Bart Layton

Intérpretes: Frédéric Bourdin, Carey Gibson, Beverly Dollarhide, Charlie Parker, Nancy Fisher, Bryan Gibson, Codey Gibson

Guión: Bart Layton

Duración: 99′

Género: Documental, Drama

Estreno: 10/05/2013

Público: +16

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 1

Amor: 0

Violencia: 1

Sexo: 0

Crítica:

Los últimos años han visto crecer, no sólo en producción, sino en variedad de estilos, propuestas y apertura de horizontes creativos al género hermano-pobre de la gran pantalla, el documental. Relegado durante mucho tiempo a tareas mayoritariamente periodísticas o historicistas, el resurgir de este formato se debe, en parte, a la búsqueda de obras eclécticas que cuestionen fronteras, conceptos e ideas; un objetivo, sin duda, muy propio del arte moderno.

Bart Layton se topó con el caso de Frédéric Bourdin y Nicholas Barclay en 2009, precisamente en España. Aquí leyó un artículo sobre un joven francés apodado “El camaleón”. La curiosidad despertó también una inquietud cinematográfica. En seguida, él y Dimitri Doganis, fundadores de la productora Raw especializada en documentales, se embarcaron de lleno en la producción, a la que se sumaron nombres conocidos como John Battsek (Searching for sugar man) o Simon Chinn (Man on wire). En la entrevista que lograron concertar en Londres con el mismo Bourdin, descubrieron una personalidad que daba juego para construir algo más que un mero reality.

De este modo, junto a los testimonios de los familiares del joven Nicholas, Bart Layton teje casi 100 minutos a ritmo de thriller, cine negro, imágenes caseras, reconstrucción con actores, entrevistas reales y un eficaz pudor hacia el sensacionalismo barato. El resultado es una auténtica narrativa de suspense que, en realidad, está más pendiente (en su subtexto) de revelar el poder sugestivo de las emociones humanas en la percepción y, por ellas, en las convicciones sobre los hechos. El impostor también trasluce un convincente retrato robot del papel determinante que la identidad tiene en la infancia y en las relaciones sociales y familiares.

Sin desvelar nada de su desarrollo, Layton logra que el espectador se implique y piense mientras se asombra o estremece, a la vez que (quizá el público más cinéfilo) cuestiona los mecanismos cinematográficos que le pegan a la butaca en los thrillers convencionales. Y es que la ficción en la realidad siempre descoloca más que la realidad en la ficción.

 

 

 

Fuente: Lourdes Domingo (www.taconline.net)