Crítica Los Durrell

Maravillosa adaptación de la autobiografía de Gerarld Durrell donde cuenta la vida de su madre y sus tres hermanos cuando se fueron a vivir a Corfú en 1935.


Louisa Durrell (Keeley Hawes) y sus cuatro hijos rebeldes huyen de la vieja y presumida Inglaterra hacia la pintoresca isla griega de Corfú en 1935. Cuando conocemos a Louisa por primera vez, ocho años después de la muerte de su esposo, apenas está escapándose de su exigua pensión y ha desarrollado un preocupante hábito de ginebra. También está constantemente en desacuerdo con sus hijos, un grupo excéntrico que tiene entre 11 y 21 años. El mayor, Larry (Josh O’Connor), es un aspirante a escritor con sexo en el cerebro; Leslie (Callum Woodhouse) parece tener una escopeta por cerebro; Margo (Daisy Waterstone) es histriónica y está loca por los chicos; mientras que el más joven, Gerry (Milo Parker), vive obsesionado con la vida animal.

A sugerencia de Larry, los Durrell se dirigen a Corfú, un paraíso, precioso… sin electricidad, sin dinero y con todas la incomodidades de la vida del campo. Mientras, Louisa se esfuerza por modelar el carácter de sus difíciles hijos, estos están seguros que lo que su madre necesita es un nuevo novio para que les deje en paz.

Los Durrell en Corfú ha sido adaptada por Simon Nye de la trilogía de libros autobiográficos del famoso conservacionista británico Gerald Durrell (representado aquí como el joven Gerry obsesionado con los animales; «Larry» se convertirá en novelista Lawrence Durrell). Su escritura es ágil, ingeniosa e irreverente, cálida pero no sentimental.

No es sorprendente que la serie sea hermosa a la vista, con especial atención a la flora y fauna de Corfiot. Como es habitual en estas piezas de época británica, el reparto es uniforme y excelente. Los niños Durrell son extraños, cada uno irritante y entrañable en casi la misma medida.

Pero Los Durrell es indiscutiblemente el espectáculo de Hawes en su interpretación de Louisa, una mujer que sigue siendo vibrante y aventurera, a pesar de lo que la vida le ha dado. Su romance lento con Sven, un granjero sueco melancólico (Ulric von der Esch), con matices de Orgullo y prejuicio, es puro placer.

Los Durrell no es el tipo de espectáculo que te mantendrá despierto hasta altas horas de la noche reflexionando sobre las grandes preguntas de la vida, pero dado el cataclismo a punto de estallar en Europa, se siente como un vistazo a un idilio perdido. «Es la década de 1930», dice Louisa. «La gente ya no necesita armas».