Dirección: Léa Pool

Intérpretes: Marianne Fortier, Élie Dupuis, Hugo St-Onge-Paquin, Laurent Lucas, Céline Bonnier, Gabriel Arcand, Benjamin Chouinard, Antoine Desrochers

Guión: Isabelle Hébert

Duración: 97 min.

Público apropiado: Jóvenes

Género: Drama

Por decine21

 

mama_esta_en_peluqueria_CPelícula canadiense de Léa Pool, responsable de otro conocido drama familiar, The Blue Butterfly. La directora habla de las separaciones matrimoniales con enorme inteligencia y sensibilidad, mostrando de forma honesta cómo las víctimas más frágiles, casi siempre inocentes -es el caso de la película-, son los hijos. La trama arranca con el comienzo de las vacaciones. Son los años 60, y los tres hijos de un matrimonio, Élise, Carl y Benoît, entre 16 y 10 años, se disponen a disfrutar de los días estivales. Parecen una familia feliz, las primeras escenas de la película así permiten presumirlo. Pero cuando ahondamos un poco, vemos que algo no funciona en el matrimonio. Él la rehuye a ella en la cama, y al final se descubre el ‘pastel’, el marido le engañaba. Ella lo toma por la tremenda, pide en el periódico donde trabaja un puesto en Londres y se va. Deja ahí a los chicos, y el padre no sabe manejar la situación. No entiende a sus hijos, no habla con ellos, escamotea las explicaciones de la repentina marcha materna. Surge en los chavales el sufrimiento, el sentido de culpa, la búsqueda de afecto. Sorprendentemente, Élise encuentra una suerte de figura paterna en el señor Mosca, un tipo con fama de raro, sordomudo, que vende cebos para la pesca. Sí, los raros resultan ser más normales que los presuntamente normales.

Pool subraya que el hogar roto que describe no es el único de su entorno. Los amigos de los tres chicos afrontan cuadros familiares no tan diferentes. Son conmovedores los niños, sobre todo la hermana mayor, y el pequeño, callado, inquisitivo, diferente, hasta el punto de que su padre cree que debe ser algo retrasado. La escena en la alacena donde suele refugiarse, lugar en que su hermana le descubre dándose de cabezazos contra la puerta de la que cuelga el dibujo que hizo de la madre ausente, es sobrecogedora. También emociona el señor Mosca, la delicadeza de la escena en que cuida del niño que se mete demasiado río adentro, por ejemplo. Se trata de una buena película, contenida, con apuntes humorísticos oxigenantes, que hace un gran esfuerzo para huir de la sensiblería; y es una necesaria llamada de atención a los padres que todo lo ‘arreglan’ rompiendo, sin pensar en todo lo que rompen.