La productora Mandarina (filial de Mediaset) es conocida por su periodismo muy sensacionalista gracias a programas como Salsa Rosa o Enemigos íntimos.
Por tanto no es de extrañar que esta docuserie esté dirigida por el presentador Santi Acosta, uno de los rostros más conocidos en televisión en programas de crónica rosa. Teniendo en cuenta quienes son los creadores de esta miniserie de 3 capítulos sobre el Rey Juan Carlos es fácil imaginar el enfoque que se le ha dado a esta «investigación».

La diversas de voces que vehiculan la narración de la historia del monarca van desde periodistas a políticos, con diferentes grados de cercanía y afecto hacia la figura del Rey. Desde Pilar Urbano a Rosa Villacastín, de Luis María Anson a Pedro J. Ramírez, del ex ministro José Bono al fiscal Pedro Horrach. Pero la multiplicidad de puntos de vista no significa equidistancia. Es evidente la intención de la docuserie desde el primer minuto, y eso resta mucho interés a una historia que merecía un trato menos tendencioso.
A estas alturas, la mayoría de escándalos y casos de corrupción que se cuentan en la serie ya han sido mejor desarrollados en infinidad de libros y programas de televisión especializados, aunque hay una aportación importante de numerosos audios inéditos de la fotografa Queca Campillo y la actriz Barbara Rey. El desarrollo es dinámico y mas elíptico de lo que podría imaginarse conociendo la productora y su creador. El retrato es muy parcial al subrayar los múltiples errores del protagonista sin apenas esbozar alguno de sus aciertos, especialmente en los primeros años de la transición.
Con más metraje y un director con experiencia en documentales (es la primera vez que Santi Acosta dirige una producción de este tipo), estaríamos hablando de una de las docuseries históricas más imponentes de los últimos años. Una memoria necesaria de una institución que tuvo un prestigio innegable, pero que vive una profunda crisis desde hace más de una década.
Firma: Claudio Sánchez