The Boys se ha ganado al mismo sector del público y de la crítica que enloqueció con ofertas similares cinematográficas como Kick Ass o Deadpool. Seth Rogen, Evan Goldberg y Erin Kripke, creadores de esta serie, sigen los mismos patrones que siempre les han caracterizado en Juerga hasta el finPreacher The Interview. La idea es pervertir las historias de superhéroes, habitualmente para todos los públicos, con constantes giros de crudeza verbal, sexo, violencia y desmitificación. En algunos momentos el mecanismo puede funcionar, pero la saturación y la redundancia matan cualquier atisbo de creatividad a largo plazo a lo largo de toda una temporada.
Los personajes de The Boys son marionetas en manos de unos guionistas cuya regla básica es el desmadre como motor narrativo. El reparto maneja con bastante habilidad los extremos de los personajes, pero no pueden disfrazar carencias gigantes en el desarrollo dramático y en la coherencia de las tramas. Los constantes insertos musicales pueden distraer al espectador de la monotona sordidez de los diálogos y de la insignificancia de la trama, aunque son insuficientes para justificar tantas horas de agresión a la sensibilidad y al intelecto del público.
Firma: Claudio Sánchez