Uno de los temas que cada vez más eclosiona en los guiones del cine actual es la maternidad. En muchos se la plantea como un deseo positivo, pero lleno de incomprensiones en mundo que busca la comodidad más inmediata. Lo que busca Eimish es fundar una familia, una comunidad de amor. Ella vive con su novio Lucas desde hace tiempo. Un día, cuando Lucas vuelve del trabajo, se encuentra con que Eimish se ha marchado. Solamente le ha dejado una nota de despedida. Convencido de que ella se ha vuelto a Alemania con un antiguo novio, emprende una búsqueda desesperada. En el camino va a descubrir cosas muy interesantes sobre Eimish y su pasado.

 

 

 

Director: Ana Rodríguez Rosell.

Intérpretes: Óscar Jaenada, Manuela Vellés, Jan Cornet, Emma Suárez, Carlos Leal.

Guión: Ana Rodríguez Rosell.

Duración: 85 min.

Género: Drama

Estreno DVD: 17/04/2013

Público: Jóvenes

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 0

Acción: 0

Amor: 5

Violencia: 0

Sexo: 0

Crítica:

Este primer largometraje escrito y dirigido por Ana Rodríguez Rosell es, antes que nada, un ejercicio de elegancia formal. Pero ¡ojo!, no hablamos de esteticismo. La directora respeta tanto a sus personajes que ello se traduce en cómo los encuadra, qué tiempo les concede en cada plano, cómo los ilumina… No hay antagonistas: todos los personajes reclaman del espectador su comprensión y para conseguir esa complicidad es decisiva la puesta en escena llena de sensibilidad y de detallismo. Por eso es una película que, tras su apariencia sencilla, esconde una minuciosidad que se desvela mejor al verla por segunda vez. Su estructura de rompecabezas, con muchos y breves flashbacks, no solo sirve al suspense y desvelamiento narrativo de la trama, sino que permite una aproximación mucho más impresionista, y también más esencial, al alma de los personajes.

Pero lo más interesante son los temas que la directora entreteje con sus personajes. Poco a poco se va desvelando la importancia de los vínculos incondicionales, unos vínculos que podríamos llamar familiares aunque no siempre sean biológicos. De hecho, Eimish no se puede apoyar en sus parientes, pero sí en un amigo preocupado por su destino. Por su parte, Lucas sí tiene madre, abuelo… a los que está estrechamente unido, pero no quiere fundar una familia porque sabe que si tiene hijos se acabó el vivir para sí mismo. Su modelo de pareja es hedonista: poder seguir siempre el impulso de sus apetencias. Ambos, Lucas y Eimish, van a hacer un periplo existencial que les lleva a replantearse sus prioridades y la naturaleza de su relación.

La película es esencialmente honesta: no juzga a los personajes pero tampoco confunde el bien con el mal. La atención a lo que sucede va redimiendo a los personajes de sus prejuicios y miedos; la fuerza de lo positivo de la realidad va derrotando la amenaza del nihilismo.

Por ello es comprensible que Buscando a Eimish obtuviera el Premio Signis España en el Festival de Málaga 2012.

 


Fuente: www.aceprensa.com