Ficha:

118 min. | Ciencia ficción | Comedia

Público apropiado: Adultos

Año: 2015

País: Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Reino Unido

Dirección: Giorgos Lanthimos

Intérpretes: Colin Farrell, Léa Seydoux, Rachel Weisz, Ben Whishaw, John C. Reilly, Olivia Colman, Ashley Jensen, Roger Ashton-Griffiths

El griego Giorgos Lanthimos es un cineasta singular e inclasificable, al que hay que reconocer la originalidad en sus historias, una crítica social incómoda y extrema que no transita por caminos trillados. Tras Canino y Alps, la principal novedad es que la cinta está rodada en inglés, con actores conocidos –Colin Farrell, Rachel Weisz, John C. Reilly, Léa Seydoux…–, y que su enfoque de ciencia ficción distópica, aunque sigue siendo rarito, puede llegar a más público. Por ejemplo gustó a los Coen, pues bajo su presidencia en Cannes ganó el Premio del Jurado.

En un futuro no demasiado lejano, es obligatorio vivir en pareja. Quien está soltero debe acudir a un hotel, donde debe encontrar su media naranja en un plazo de 45 días, ampliable si logran cazar a otros solteros que no aceptan las reglas y viven clandestinamente en el bosque. Pasado ese tiempo, en caso de no haber terminado con su soltería, cada persona será transformada en un animal, el que prefieran. En esta tesitura, llega David, recién divorciado, al hotel, en compañía de un perro, que es su hermano. Comenzará a relacionarse con los otros huéspedes, en busca de una pareja que le convenga, antes de que le llegue el turno de convertirse en… langosta.

Con sus típicas perversiones violentas y sexuales, y actitudes ridículas próximas al surrealismo buñuelesco, Lanthimos crea con ayuda de su coguionista Efthymis Filippou una atmósfera malsana, subrayada por una banda sonora simple, de chirriantes notas de violines, que viene a poner en solfa la deshumanización de la sociedad, su adocenamiento y aceptación de reglas y costumbres que van contra la dignidad de las personas. Tiene fuerza su propuesta, pero también produce repulsión, aunque se quiera hacer una apuesta por el amor, que como no podía ser menos en el griego, es bastante radical en su manifestación final, por no decir, disparatada, aunque pueda considerarse simbólica acerca de los riesgos que hay que tomar en la vida para ser fiel a uno mismo.

Firma: José María Aresté