Guédiguian acierta al retratar las consecuencias de la crisis económica, que obliga al sindicato de trabajadores de astilleros a sortear públicamente el nombre de los veinte empleados que la empresa tiene que despedir para evitar el cierre. Uno de los escogidos, Michel, representante de los trabajadores, trata de hacer frente a su cese laboral, al tiempo que celebra su aniversario con Marie-Claire, en compañía de hijos, nietos y amigos que les hacen un regalo muy especial: un viaje al Kilimanjaro.

 

 

 

 

 

Director: Robert Guédiguian

Intérpretes: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Grégoire Leprince-Ringuet, Anaïs Demoustier, Julie-Marie Parmentier

Guión: Robert Guédiguian, Jean-Louis Milesi

Duración: 90 min.

Género: Drama

Estreno: 27/04/2012

Público: Todos

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 2

Acción: 0

Amor: 3

Violencia: 0

Sexo: 0

Crítica:

Robert Guédiguian se podría definir artísticamente hablando como un director bipolar. Tan pronto rueda explosiones de optimismo (Marius y Jeanette, su film más conocido) como descarnados relatos repletos de pesimismo (La ciudad está tranquila). Entra en la primera categoría esta cinta cuyo título curiosamente no proviene del relato corto deErnest Hemingway, que dio lugar a la popular cinta de Henry King con Gregory Peck. En realidad alude a una canción de Pascal Danel, muy popular en Francia, y que cantan los personajes en un momento determinado.

Como es habitual, Guédiguian filma en su Marsella natal, y le da los dos personajes principales, Michel y Marie-Claire, a sus dos actores habituales, Jean-Pierre Darroussin y Ariane Ascaride, esposa del realizador. Sin embargo, la película –que según los títulos de crédito se inspira en el poema de Victor Hugo ‘Les pauvres gens’, reivindicación de la solidaridad– no suena a ya vista, sino que tiene cierta frescura, y mezcla muy bien comedia y drama. Aunque tiene tono de fábula, resulta lo suficientemente realista, y confronta diferentes actitudes ante los problemas, la del personaje central y la de su antagonista. Además, todas las piezas confluyen en un desenlace emotivo, que apuesta por la reconciliación, la comprensión del prójimo y la confianza en el futuro.

Darroussin y Ascaride demuestran una vez más que son grandes profesionales, con química en pantalla, y están rodeados de creíbles secundarios. Destaca en un papel más breve, pero de gran importancia, el joven Grégoire Leprince-Ringuet, que encarna a otro despedido.

Fuente: www.decine21.com