Ficha: 110 min. | Thriller Público apropiado: Jóvenes-adultos Año: 2016 País: Dinamarca Dirección: Hans Petter Moland Intérpretes: Nikolaj Lie Kaas, Fares Fares, Johanne Louise Schmidt, Jakob Oftebro, Pål Sverre Hagen, Lotte Andersen, Søren Pilmark Carl Mørck, que fue puesto al frente de los casos antiguos sin resolver que lleva el Departamento Q de la policía de Copenhague, ha estado de baja, deprimido por su última y traumática investigación. Curiosamente va a llamar la atención y despertar su interés un aviso de la policía costera, sobre el hallazgo de un mensaje en una botella, difícil de descifrar, pero que parece escrito por un niño que habría caido en las garras de algún chiflado. Resulta ser la punta del iceberg de otros casos de chavales cuya desaparición no habría sido denunciada, y cuyas familias pertenecerían a distintas sectas y grupos religiosos como los testigos de Jehová y los discípulos de Dios. Volverá a colaborar con su compañero Assad y su secretaria Rose, en la resolución de un caso que cada vez presenta puntos más oscuros. Tercera adaptación de una de las populares novelas policíacas del danés Jussi Adler-Olsen, que sigue la estela de las de Henning Mankell y el inspector Wallander. O sea, se combinan intrigantes misterios por resolver, con una sordidez inaudita, propia de sociedades avanzadas que han tocado fondo y andan desorientadas buscando algo en que creer. Como en las otras dos entregas del Departamento Q, Misericordia y Profanación, se ocupa del guión Nikolaj Arcel, que también había lidiado con la adaptación de la trilogía desasosegante Millennium, de Stieg Larsson. De nuevo vuelve a jugarse con el contraste entre la personalidad de los dos compañeros policías, el arisco y con la moral por los suelos Carl Mørck, danés hasta los tuétanos, y el más amable y con capacidad de empatizar con la gente Assad, de origen árabe. Aquí con un motivo poderoso, el de la creencia en Dios. Carl se declara ateo, y le parece irracional que gente inteligente se aferre a una determinada fe religiosa; mientras que Assad, aunque no ajeno a la influencia de un ambiente social escéptico, sí cree en un ser superior, y entiende perfectamente que las personas cultiven la esperanza y busquen consuelo en la práctica de la religión. Sus puntos de vista se ven confrontados con la realidad del responsable de las desapariciones de niños, más la fe de las familias, y las circunstancias –¿casuales, providenciales?– por las que discurre todo, y que invitan a abrir la mente al misterio. Hans Petter Moland tiene el mérito de imprimir a la cinta un ritmo excelente, con momentos tan trepidantes como el de la vigilancia del tren, donde viaja el padre de dos chavales dispuesto a pagar un rescate. Y sabe combinar la acción y la intriga, con la definición de los personajes y los dilemas que afrontan, incluidos los traumas que les empujan a determinadas acciones. El tono sórdido habitual en la saga aquí se suaviza un poco, y la mención en el título de la palabra “redención” ya resulta indicativa de que una mirada luminosa, hasta puede que Carl empiece a caerle al espectador medianamente bien, lo que no era fácil en las entregas anteriores, y eso que Nikolaj Lie Kaas siempre ha tratado de imprimirle humanidad con su rostro sufriente. Por su parte Fares Fares componiendo a Assad sigue en su línea de servir a modo de “conector de su compañero” con las personas. Firma: José María Aresté