La compra de WhatsApp por Facebook por 19.000 millones de dólares ha sido una de las más sonadas en el mundo tecnológico en los últimos meses. Mucho se ha escrito ya sobre si la adquisición tiene sentido o nodesde un punto de vista empresarial, pero ¿cómo puede afectar al usuario el cambio de dueños de esta aplicación que tiene más de 30 millones de usuarios en España?
Los primeros en intentar disipar las dudas fueron las propias empresas, que se apresuraron en subrayar que no habría cambios en la política de WhatsApp llevada hasta ahora. Es decir, que no habrá anuncios y que se mantendrá la pequeña cuota anual a partir del primer año gratuito de uso. Una cuota, además, que tampoco pagan todos los usuarios en cualquier caso, ya que en muchas ocasiones se hacen promociones que acercan a la aplicación casi a la gratuidad.
«WhatsApp continuará operando de manera autónoma e independiente. Podréis continuar usando el servicio por una cuota sin importar donde vivas o qué teléfono uses. Y puedes estar seguro que ningún anuncio interrumpirá vuestra comunicación», explicó Jan Koum, cofundador de la compañía en su blog oficial.
«El mapa de trabajo del producto permanecerá sin cambios y el equipo va a pemanecer en Mountain View», dijo Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook. Sin embargo, la compra de Instagram, que Facebook adquirió por 1.000 millones de dólares, marca un precedente en sentido contrario. «Estamos comprometidos a hacer crecer Instagram de manera independiente», dijo entonces Zuckerberg. Unos 18 meses después, la aplicación de fotografías con filtros comenzó a incluir anuncios por primera vez.
«Para los usuarios no debería haber ninguna diferencias, quizá dejen conectar perfiles de Facebook a WhatsApp para poder escribirles desde ahí pero lo fundamental [de la compra] es la base de información que esos 450 millones de usuarios de WhatsApp pueden aportar al ecosistema de Facebook e Instagram», explica Mauro Fuentes, director de social media de la agencia Ogilvy en España, a EL MUNDO. ¿Qué tipo de información sería esa? «Los números de teléfono, localizaciones, tipo de medios intercambiados», añade Fuentes.
Las dudas sobre la privacidad
Gran parte de las dudas de los usuarios se centran en si la compra podría provocar una pérdida de su privacidad. «Cuando compró Instagram pasó algo parecido y las nuevas condiciones de uso circularon rápido, aquí pasará lo mismo. No se hará nada sin que la mayoría de la gente conozca qué se hará con sus datos. Ya se encargarán las redes de que sea así», explica Fuentes. En aquel caso los cambios en las condiciones sobre el uso de los datos privadosprovocaron un fuerte rechazo entre los usuarios, que provocó una rectificación posterior.
Carlos Sánchez Almeida, abogado especialista en derechos civiles en Internet, apunta que «el problema existente es el mismo que con cualquier servicio estadounidense, que el contrato no se hace con arreglo a la legislación española de protección de datos, en la que puedes pedir la cancelación o modificación de los mismos». «En la legislación estadounidense sí que se permite la cesión de esos datos», afirma Sánchez Almeida a EL MUNDO.
«Estos servicios funcionan con ‘big data’, las fuentes abiertas permiten la suma de perfiles en redes sociales, con lo que se puede hacer un perfil global nuestro. En el caso de Facebook tendrá además los datos de tres servicios muy exitosos, como Facebook, Instagram y ahora WhatsApp, que permitirán hacer un rastreo completo de las amistades, costumbres, aficiones, localización, etc. Todo eso es muy valioso en cuestiones de publicidad personalizada», explica el abogado.
«Cuando todo es gratis, quizá debes pensar que la mercancía eres tú. Te ofrecen servicios a cambio de tu privacidad. Cuando se vende WhatsApp, lo que realmente se compra es la base de datos», añade. Por todo ello, considera que si los usuarios temen por su privacidad, su recomendación «es darse de baja».
«[WhatsApp] Forma parte de una dinámica de adopción que me parece completamente reversible: con la misma rapidez y facilidad que sus usuarios la adoptan, la pueden dejar. Sus usuarios, en un porcentaje elevadísimo, se solapan con los de Facebook, y no está completamente claro que quieran unificar el funcionamiento de ambas redes», explica en ese sentido Enrique Dans, profesor de Sistemas de Información de IE Business School, en su blog.
Fuente: www.elmundo.es