Dirección: Mark Steven Johnson

Intérpretes: Kristen Bell, Josh Duhaml, Anjelica Huston, Will Arnett, Jon Heder, Dax Shepard, Alexis Dziena, Kate Micucci, Peggy Lipton, Luca Calvani

Guión: David Diamond, David Weissman

Duración: 91 min.

Público: Jóvenes

Género: Romántico, Comedia

 

 Por: decine21

 

 en_la_boda_de_mi_hermana_1Mark Steven Johnson continúa en su línea descendente que inició con la flojita Daredevil, confirmó con la aburrida Ghost Rider, y remata ahora con En la boda de mi hermana, una de las comedias románticas más decepcionantes y fallidas de los últimos tiempos. Johnson parte de un guión de David Diamond y David Weissman, responsables de la igualmente desastrosa Dos canguros muy maduros.

Beth es una ejecutiva neoyorquina adicta al trabajo, con una jefa explotadora, que consigue a duras penas que su despótica jefa le permita hacer un viaje relámpago a Roma, para asistir a la boda de su hermana. En la ceremonia conoce a Nick, un reportero encantador por el que se siente atraída. Pero también se pilla una buena cogorza por lo que acaba cogiendo monedas de la Fuente del Amor. Por una especie de hechizo, los hombres que lanzaron esas monedas se enamoran perdidamente de ella, y la persiguen. Uno de los pretendientes es el tal Nick, posiblemente bajo el efecto del mismo embrujo.

Lo único que posiblemente se salva de esta cinta es su tono amable, que no ofende a nadie, y predispone a seguirla con cierta simpatía, a ver si al menos nos hace esbozar una sonrisa. Pero ni por esas. Los gags son muy simplones y carentes de gracia, y las apariciones de los estrambóticos tipos que persiguen a la protagonista absolutamente cansinas.

Incluso el otras veces solvente Danny De Vito acaba resultando agotador, aunque se llevan la palma Jon Heder -un mago que pone poses estrafalarias como si fuera a lanzar hechizos a la gente- y Dax Shepard -un modelo narcisista y odioso-. Por su parte, la pareja protagonista está formada por Kristen Bell y Josh Duhamel, que no parecen convencidos con la poca sustancia de sus respectivos personajes. Todo está muy forzado y resulta previsible, y pesar de su moderada duración (91 minutos) se hace interminable. Además, no se entiende por qué se han inventado la supuesta Fontana dell’amore, si ya existe la inigualable Fontana di Trevi, que les habría servido igualmente para la trama. Resultan bastante acertadas las palabras que le dedicó el crítico Lou Lumenick, de New York Post: «Toda la película parece haber sido dirigida a punta de pistola por alguien que llevaba los ojos vendados».