Caza a la espía (2010)

 

Agente «achicharrada»

Una historia basada en hechos reales, que provocaron un buen revuelo en la opinión pública mundial, y más específicamente entre la estadounidense. La agente de la CIA Valerie Plame quedó literalmente “quemada”, al filtrar a la prensa un alto cargo de la administración Bush su actividad encubierta. La idea era anular al esposo de Plame, que había publicado un artículo cuestionando las razones que esgrimía la Casa Blanca para invadir Irak.

Resulta curioso constatar que si Paul Greengrass pasó de filmes basados en hechos reales como Domingo sangriento a la saga de espías ficticios Bourne, Doug Liman ha seguido el proceso contrario, de El caso Bourne ha dado el salto a una historia real, Caza a la espía, que maneja con la misma trepidante emoción que supo conceder al film mentado. Su uso de la cámara en mano es efectivo, pues subraya los modos torcidos de proceder de unos y otros, o la duda de cómo acabarán discurriendo las cosas.

El cineasta sabe conjugar la trama política –las famosas armas de destrucción masiva en Irak, los modos de operar la CIA y la Casa Blanca– con el drama personal que afecta a mujer y marido. Estos están interpretados con enorme talento por Naomi Watts y Sean Penn, pues saben hacer que casen los momentos de gran entereza y control de la situación, con aquellos en que se ven superados por los acontecimientos. El amor a la familia y al propio país, y la verdad como guía en el propio actuar, son los grandes temas propuestos, donde a veces se producen conflictos de intereses.