La fiera de mi niña (1938)

 

Todo te lo puedo dar, menos el amor, Baby

¿Alguien puede imaginar un argumento más disparatado que un antropólogo tímido y una dama de la alta sociedad absolutamente loca buscando un leopardo perdido al que tienen que cantar una canción absurda para que no les ataque? Y sin embargo, Howard Hawks consigue exponer esta historia con una naturalidad y realismo sorprendentes, en el máximo exponente de la llamada «screwball comedy», es decir la comedia enloquecida.

La gestación del proyecto no pudo empezar con mejor pie, pues los guionistas, Hagar Wilde y Dudley Nichols, conectaron especialmente y por lo visto se sintieron especialmente inspirados durante el proceso de escritura. Tanto es así que acabaron rellenando un guión de doscientas dos páginas, lo que habría derivado en tres horas y veinte minutos, por lo que lógicamente, hubo que recortar. Dudley Nichols, guionista de La diligencia, y otros títulos de John Ford, declaró que se había inspirado en la relación que el propio Ford había tenido con la actriz Katharine Hepburn, durante el rodaje de María Estuardo. El guión encandiló al director Howard Hawks y a la actriz Katharine Hepburn, que fueron quienes convencieron a los directivos de RKO de que dieran luz verde al proyecto.

Y es que precisamente, un guión de hierro es la principal característica de la «screwball comedy», que acumula personajes variopintos y estrafalarios cuyas relaciones e interacciones derivan en direcciones inesperadas. La fiera de mi niña es un ejemplo de ágiles e ingeniosos diálogos y de secundarios inolvidables, por eso es uno de los grandes exponentes del género, con otros títulos como la hilarante Ser o no ser, del maestro Lubitsch. Por desgracia, ésta no es la tónica dominante en la comedia moderna.

Como es bien sabido, el film está protagonizado por el apocado y despistado paleontólogo David Huxley, a punto de acabar la reconstrucción de un esqueleto de brontosaurio, en el museo para el que trabaja. A punto de casarse con su secretaria, un día David acude a jugar al golf con el abogado de una anciana millonaria, posible mecenas del museo. Durante el partido, David conocerá a Susan Vance, atractiva muchacha de la alta sociedad que le abolla el coche, y a partir de ese momento le manipula de forma caprichosa, llegando a embaucarle para cuidar a un leopardo que atiende al nombre de Baby.