El atardecer (2007)

 

Queda el amor

Ann se muere. Anciana postrada en el lecho del dolor, cuida de ella una enfermera, y la atienden también sus dos hijas, Connie, feliz madre de familia, y Nina, que vive con su novio, pero, insegura, se siente incapaz de dar el sí definitivo. Como entre delirios en esa etapa final, Ann habla de Harris, un antiguo novio, del que las hijas ignoraban su existencia. Y se agolpan los recuerdos de cierto fin de semana en una preciosa mansión junto al mar, casi medio siglo atrás, cuando fue la dama de honor de su amiga Lila, una joven de la alta sociedad, a punto de casarse. Se entrecruza la narración de lo acontecido entonces, las dudas sobre la conveniencia de ese matrimonio en ciernes, y los amores imposibles por las barreras sociales, con las historias del presente de las dos hermanas.

El director de fotografía húngaro Lajos Koltai debutó el pasado año como director a secas con Sin destino, un notable drama sobre el holocausto. Ahora, en su primer film en inglés, insiste en la vertiente dramática adaptando una novela de Susan Minot, convertida en guión por ella misma y el también novelista (y guionista) Michael Cunningham. La estructura narrativa es impecable, son suaves y adecuadas las idas y venidas del presente al pasado, y viveversa. Y sirven para construir muy sólidamente el andamiaje de las cuitas amorosas. En el pasado tenemos la novia que ama al hijo del ama de llaves, médico; la amiga que también se enamora de él; el hermano indolente que esconde unos sentimientos más complejos; los padres, que desean la boda perfecta; y un hecho traumático, que va a marcar a todos, y que está muy bien utilizado por cierto «regate» inesperado; en el presente está la agonizante; la hija feliz, aunque cansada, y la hija infeliz, a la que la noticia de que está en estado podría salvar. Porque alrededor de la bien trabada maraña de relaciones y afectos, sobresale el amor maternofilial, preciosamente descrito en sus múltiples manifestaciones, y que ayuda a sobrellevar cualquier situación: los errores son menos errores, si es que lo son, se viene a decir, porque están los hijos. Es verdad que se juega la carta de la fatalidad, a la que tanto partido dramático se puede sacar, pero a cambio conviene señalar la honestidad de un subrayado poco habitual, el de que en esta vida hay que saber pasar página, y que las cosas no tendrían porque haber sido necesariamente mejores si hubieran discurrido de otra forma.

Koltai demuestra una gran madurez narrativa, y logra una magnífica dirección de actores. Está claro que en el pasado hacía algo más que iluminar y preparar los movimientos de cámara (lo cual no impide que aquí, también, la fotografía sea excelente). Capítulo aparte merece el reparto, perfecto. Ésta es de esas películas que justificarían la creación de una nueva categoría de Oscar, al mejor reparto. Porque los intérpretes, mayoritariamente femeninos, son una delicia. Resulta obligado mencionar a todos: desde Vanessa Redgrave y Natasha Richardson (madre e hija, en la pantalla, y en la vida real), a Meryl Streep y Mamie Gummer (madre e hija de verdad, dan vida al mismo personaje, adulto y joven), pasando por Claire DanesToni ColletteGlenn Close y Eileen Atkins. Y aunque los chicos tengan menos papel, obligado es citar a Hugh Dancy, en el personaje clave de Buddy, el hermano de Lila, y a Patrick Wilson, el que enamora a todas.