El gran Gatsby (2013)

 

Compañero

Nick Carraway, aspirante a escritor que abandonó sus sueños literarios por los encantos de una Nueva York embriagadora, guardiana en los años 20 de promesas de fortuna en el mercado de bonos y de mil y una diversiones, recuerda. El crack económico del 29 le ha golpeado, pero sobre todo su fascinación en Coney Island por su vecino, el misterioso y potentado Jay Gatsby, quien acudió a él con el sueño de recuperar a su amor de juventud, Daisy Buchanan, prima de Nick y ahora una mujer casada con Tom.

Adaptación de la obra emblemática de Francis Scott Fitzgerald, el desafío de El gran Gatsby es evitar las excesivas comparaciones con sus predecesoras, fundamentalmente El gran Gatsby, la versión de Jack Clayton con guión de Francis Ford Coppola y protagonismo de Robert Redford. El director australiano, siendo fiel al original, dota a su película de personalidad propia con las armas que ya usó en Romeo y Julieta, de William Shakespeare y Moulin Rouge, o sea, su barroquismo exuberante, un apabullante derroche visual corregido y aumentado con el recurso al 3D, y el uso de música moderna, con inteligente medida. Y ello sin renunciar a la esencia de la historia, un romanticismo nostálgico exacerbado, y a lo propio de los años 20, ya sea en ambientación y vestuario, ya sea en las inevitables y oportunas notas del jazz.

El paso del tiempo, la imposibilidad, o no, de recuperar el pasado, el tiempo perdido –tema personalísimo de Fitzgerald, por la historia de amor con su esposa Zelda–, los excesos de todo tipo, corrupción en los negocios, el pasarlo bien –que conectan con la crisis económica, el contexto en que se ha producido el film–, los complejos por las diferencias sociales, y por encima de todo, la añoranza de cierta pureza, de un amor sublimado, “la luz verde” que “nos esquiva, pero no importa”. La voz en off del narrador, Carraway, funciona a la hora de evocar estas cuestiones personificadas en un Gatsby que con sus defectos es “mejor que los otros”, y al que Leonardo DiCaprio compone con talento.

Digna película de Baz Luhrmann, tal vez no perfecta en el intento de simbiosis narrativa entre la descripción de la época, y el drama personal, pero brillante y poderosa en muchos momentos; ya sean los puramente actorales, el pasaje en que se ponen las cartas boca arriba entre Gatsby y los Buchanan, ante los testigos mudos, Carraway y Jordan Baker, o los casi operísticos, el accidente y el desenlace. Hay acierto en un reparto donde, aparte de DiCaprio, Carey Muligan y Tobey Maguire, estupendos, hay una apuesta por actores desconocidos que encarnan muy bien a sus personajes, como Joel Edgerton y Elizabeth Debicki.