Interstellar (2014)

 

Creemos en el amor: una odisea gravitatoriaespaciotemporal

Un futuro de tintes apocalípticos, no muy lejano. Los habitantes de la Tierra han abusado de los recursos naturales, el clima ha cambiado y la mayor parte de la población ha debido reciclarse como granjeros, para producir alimentos que les permitan subsistir, enfrentados a plagas y tormentas de polvo. Es el caso de Cooper, antiguo astronauta, viudo, que vive con su anciano padre y dos jóvenes hijos, el adolescente Tom, que se siente cómodo como futuro granjero, y la niña Murph, soñadora como su padre. Unos extraños mensajes codificados de los «fantasmas», como los llama Murph, conducen a Cooper a unas instalaciones secretas de la NASA. Allí su antiguo mentor, el profesor Banks, trabaja en el proyecto Lazarus, un viaje interestelar a mundos lejanos a través de un agujero de gusano, donde tres planetas con características similares a la Tierra podrían asegurar el futuro de la humanidad.

Ambiciosa cinta épica de ciencia ficción, de amplio y espectacular lienzo, dirigida por Christopher Nolan, coescrita con su hemano Jonathan, y coproducida con su esposa Emma Thomas. Plantea una situación en que existe el riesgo serio y real de que desaparezca la humanidad, y con tal premisa apunta a una historia de coraje y sacrificio, donde el protagonista Cooper, en compañía de un equipo de científicos, deja atrás a su familia en la Tierra para embarcarse en una arriesgada misión de final incierto, que puede suponer no volver a ver a los seres queridos. De este modo se juega con la dicotomía del bien común, el futuro del ser humano, frente a las obligaciones más inmediatas, que se refieren, sobre todo, a unos hijos que necesitan tener cerca a un padre que cuide de ellos. De modo que los planteamientos de responsabilidad social y de fidelidad a la vocación científica, podrían ser razones que el corazón no entiende, por lo que no aparece tan claro el lugar donde deberían depositarse las prioridades.

Resulta evidente la deuda de los Nolan con 2001: Una odisea del espacio, el film bebe de esta fuente –el viaje interestelar, el robot, las instalaciones espaciales, el uso del sonido y el silencio, algunas especulaciones filosóficas…–, pero con personalidad propia, y con un deseo más consciente de entregar un gran espectáculo capaz de conectar con el gran público y dejarle boquiabierto, sin dejarle necesariamente incómodo y hasta irritado, como podía ocurrir en el caso de Stanley Kubrick. Aquí los dramas humanos son nítidos y es muy importante el concepto de familia, al estilo, salvando todas las distancias, de El árbol de la vida de Terrence Malick, film con el que comparte a una estupenda actriz, Jessica Chastain. En cuanto al «ropaje» científico, se cuida para que ideas como el viaje a grandes distancias en el espacio y el modo en que pasa el tiempo resulten verosímiles.

No deberían estas líneas privar al espectador de las sorpresas que depara el film, en torno sobre todo a las ideas de supervivencia y amor, motores potentes para sobreponerse a las situaciones de peligro. Apuntemos sólo la grandeza visual de las imágenes que aporta Nolan, ya sean del espacio exterior, en línea con Gravity, ya sean las de los nuevos mundos por explorar. Aunque la duración del film se acerca a las tres horas, éstas nunca se hacen largas, hay emoción por lo que será de los protagonistas y el deseo de que la humanidad sea capaz de afrontar los desafíos que la vida le pone inevitablemente por delante.

Hay un gran acierto en el reparto, donde el peso narrativo recae en un Matthew McConaughey que definitivamente ha venido para quedarse en la primera fila de los grandes actores hollywoodienses. Pero están muy bien el resto, Anne Hathaway, la citada Chastain, y el gran elenco de secundarios, desde los conocidos Michael CaineJohn LithgowEllen BurstynWes BentleyTopher GraceDavid OyelowoMatt Damon y Casey Affleck, a la niña Mackenzie Foy.