Syriana (2005)

La madeja se enreda

La madeja se enreda

Complejo thriller político donde los intereses económicos y políticos en torno al petróleo se enredan hasta configurar una densa trama, lo que exige al espectador que sus cinco sentidos trabajen al cien por cien. El film muestra un imaginario país de Oriente Medio, rico en ‘oro negro’, cuya explotación podría recaer en China. Lo que no hace gracia a las multinacionales estadounidenses del sector. Para cambiar las cosas, y dado que el jeque árabe que gobierna el país es de edad avanzada, el que le suceda uno u otro de sus hijos –uno es más fácilmente corruptible, el otro desea implantar la democracia en su nación– puede decantar la concesión petrolífera en una u otra dirección. La descripción de la actividad de la CIA, del trabajo de un analista de inversiones, padre de familia al que sacude una desgracia, y de gente ‘de a pie’ del país árabe, son otros elementos que completan el cuadro.

El oscarizado guionista de TrafficStephen Gaghan, tiene afición a las tramas de contenido político y social, como demuestra su contribución a las series televisivas El abogado y Policías de Nueva York, su tratamiento del mundo del narcotráfico en la citada Traffic, del acoso a una embajada americana en Yemen en Reglas de compromiso, o la heroica resistencia tejana en El Álamo. En cambio, su debut en la dirección, La desaparición de Embry, era un curioso thriller que pasó casi inadvertido. Ahora, en su segundo largo, se apunta a lo que parece una costumbre estadounidense algo masoquista: la de la autoflagelación con ocasión o sin ella, a la hora de apuntar a la implicación de su gobierno en la consolidación de regímenes políticos injustos y autoritarios. En cualquier caso logra un título político de altura, en la tradición de filmes como Todos los hombres del presidente, que hurgan en los entresijos del poder. El reparto, muy coral, es perfecto, ninguno de los actores trata de robar la función, lo que es muy de agradecer.

Un Oscar para Clooney

Hasta tres Oscar podía haber ganado George Clooney en la edición de los galardones de 2006. No se llevó nada por el guión y la dirección de Buenas noches, y buena suerte, pero tuvo un estupendo premio `de consolación´ al hacerse con la estatuilla al mejor actor de reparto, por su composición de un duro espía de la CIA en Syriana. Para este papel, que rechazó Harrison Ford, Clooney tuvo que ganar peso, pero rehusó afeitarse la cabeza, como estaba previsto en el guión. El actor, al recoger su premio, auguró que su recepción significaba, seguramente, que no ganaría los otros dos, como así ocurrió.