Con motivo de la boda de su hijo adoptivo Alejandro (Ben Barnes) con Missy (Amanda Seyfried), Ellie Griffin (Diane Keaton) vuelve a su antiguo hogar diez años después de que su marido, Don (Robert De Niro), la engañara con su mejor amiga Bebe McBride (Susan Sarandon); con la que convive desde entonces. Pero cuando Alejandro les anuncia que su madre biológica (colombiana) asistirá a la boda y que, debido a sus estrictas creencias religiosas, no tiene ni idea de que Ellie y Don están divorciados, ambos deberán aparentar ser un matrimonio feliz y bien avenido mientras que Bebe tiene que “desaparecer” de la casa. A esto se le suman los conflictos más o menos dramáticos de los dos hermanos del novio y algún que otro familiar político.

Director: Justin Zackham

Intérpretes: Robert de Niro, Katherine Heigl, Diane Keaton, Amanda Seyfried, Topher Grace, Susan Sarandon, Robin Williams, Ben Barnes

Guión: Justin Zackham

Duración: 90′

Género: Comedia

Estreno DVD: 04/09/2013

Público: +18

Valoración: *

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 2

Acción: 1

Amor: 1

Violencia: 1

Sexo: 3

Crítica:

Películas sobre bodas las hemos visto de todos los colores y calidades. Salvajes, clásicas, aburridas, sólidas, mediocres, dramáticas e incluso trágicas. En esta ocasión, Justin Zackham, guionista avalado por la curiosa buddy-movie Ahora nunca, se remite a un éxito franco-suizo para asegurar el tiro. Este deporte, no de aire libre, también es bastante habitual en la industria norteamericana: vampirizar un título que haya funcionado entre el gran público en Europa y, eso sí, de sello europeo, para despojarle precisamente del mismo y servirlo al público USA.

Mon frère se marie (2006) es el referente original de La gran boda, que acaba siendo un baño de actores y actrices, unos cuantos de ellos veteranos y bien acreditados, en situaciones de esperpento y bromas de mal gusto.

Zackham aprovecha las tensiones clásicas de este tipo de eventos familiares para poner la familia patas arriba también en su sentido más institucional. Tampoco es que haya un gran discurso de fondo, es decir, delineado hacia un lado de balanza más tradicional u otro más iconoclasta. Más bien utiliza ambos extremos para elaborar supuestas situaciones divertidas, abusando de tópicos culturales y religiosos sobre latinos, irlandeses, vegetarianos y demás, y soltando algunas frases moralina en uno u otro sentido, en un evidente alarde de falta de consistencia en el guión y en el cerebro.

Grosera en su mayoría y fugazmente aguda, La gran boda demuestra la desconfianza que gran parte del sector cinematográfico tiene en la comedia inteligente, de calidad y con capacidad para sorprender gratamente.


Fuente: Lourdes Domingo