El fenómeno de los “deepfakes” actualmente no tiene límites e incluso es difícil de detectar para los más expertos que hablan de «replicantes digitales».

No solo pueden hacerse pasar por nuestro jefe o menoscabar nuestra reputación difundiendo mentiras o calumnias que parezcan ciertas, sino que también pueden influir en la opinión pública o suplantar nuestra identidad a la hora de contactar, por ejemplo, con nuestro banco.

La IA se ha convertido en una herramienta omnipresente y, a medida que confiamos cada vez más en ella, es crucial comprender y abordar los crecientes retos que plantea su uso con la mirada siempre en interpretar estas tendencias en clave educativa.

Buscando una solución

Los expertos siguen trabajando por encontrar un detector fiable de deepfakes que vele por la identidad digital de cada uno de nosotros. A pesar de ello, muestran su preocupación ya que la solución no se torna demasiado fácil.

Pero, ¿cómo podemos como ciudadanos, o como padres o educadores, poner coto a esta nueva generación de contenidos en Internet?

Niños y tablets, nuevos retos educativos

Cobra especial importancia que aprendamos a ser más precavidos y a despertar cierto escepticismo ante lo que consumimos y leemos en Internet. Un espíritu crítico que debemos de inculcar también a los más pequeños de la casa que van a crecer con estas herramientas a su alcance y que incluso, en muchas ocasiones, van a ser ellos mismos quienes generen esas imágenes.

La facilidad de acceso a las herramientas de creación de imágenes o textos generativos con inteligencia artificial – como DALL-E o Chat GPT entre otros – no ha hecho más que empezar y su uso se extiende a diferentes sectores del mercado.

¿Realidad o ficción?

Se ha hecho viral estos últimos meses un video en el que filósofos históricos han sido recreados por IA y recitan sus sabios hallazgos de una manera que no deja indiferente a nadie.

Esto que no tiene mayor trascendencia demuestra, sin embargo, que la inteligencia artificial puede crear otro tipo de confusiones. Por ejemplo, como vimos en una foto del supuesto arresto de Donald Trump que circuló por las redes sociales o las fotografías del Papa Francisco con un abrigo de plumas blanco moderno y zapatillas Nike paseando por el Vaticano.

¿Y entonces cómo explicamos esta nueva realidad a nuestros hijos para que tengan en cuenta que no todo es real en Internet?

Niños con ordenador, sus nuevos retos educativos

La importancia de educar a nuestros hijos en el espíritu crítico

La facilidad con la que cualquier usuario puede generar imágenes a través de la IA y hacerlas viral en la red hace que tengamos que conversar con ellos sobre los siguientes aspectos:

  • La dificultad para discernir si es un ser humano real o no el que nos habla, nos llama o nos requiere para realizar una tarea
  • La capacidad de realismo que muestran ciertas fotografías que hace que los bulos se expandan con mayor rapidez
  • La suplantación de identidad se torna incluso jocosa a la hora de realizar videos virales
  • La dificultad para filtrar la cantidad ingente de imágenes que ya están creadas a través de IA
  • El 96% de los cientos de miles de vídeos e imágenes deepfake detectadas en la red son pornográficos y afectan principalmente a las mujeres

Creo que, conociendo estos datos, es importante que los ciudadanos tengamos claro que cualquier usuario puede crear imágenes con IA cuya apariencia puede parecer casi real, lo que plantea problemas en cuanto a la veracidad, privacidad y ética.

Niños interactuando con pantalla digital

Vivimos un momento histórico de explosión de la funcionalidad de una Inteligencia Artificial que cada vez está presente en más aspectos de nuestro día y en el que los retos que plantea deberán ser abordados desde el punto de vista de una mayor regulación.

Los expertos confían en el desarrollo de herramientas de autenticación y verificación que faciliten las labores de identificación. Pero no olvidemos que, desde el punto de vista de la educación, seguiremos reflexionando sobre el uso ético de la generación de imágenes, sea o no sea mediante Inteligencia Artificial, y la trascendencia de nuestros actos que nos configuran como ciudadanos digitales responsables.

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