Corea del Sur sigue sorprendiendo a quienes intentan etiquetar su producción audiovisual. Llevan décadas perfeccionando los mecanismos que permiten la realización de series y películas para todo tipo de públicos. Un ejemplo muy claro es Tribunal de menores. El tema es universal pero desde un punto de vista muy autóctono. La legislación coreana obliga a los jueces de menores a seguir la evolución de los condenados después del juicio. De esta manera se pretende sensibilizar sobre las consecuencias, evidentemente más considerables que en los adultos, del presidio de un menor.
La serie se divide en cinco casos distintos y cada uno de ellos ocupa dos capítulos. Pero se mantiene el mismo grupo de jueces, fiscales y abogados que dan una perspectiva muy completa al tratar a los acusados desde una perspectiva diferente. Esta ficción se atreve a mirar de cerca casos espeluznantes sin asfixiar al espectador con detallismos innecesarios. Es una serie que impacta, pero que mueve a la reflexión y a la comprensión con tacto y talento.
La violencia de menores se ha tratado en el cine y la televisión de los últimos años con verdaderas apoteosis de morbo y sentimentalismo (Por trece razones, Los niños salvajes, Patio de menores). Tribunal de menores está en otra competición. El director es Jong chan  Hong, hasta ahora especializado en comedias románticas y dramas, que demuestra sensibilidad en el acercamiento psicológico de los personajes y un ritmo de thriller reflexivo perfectamente desarrollado. El reparto es excelente al lograr una gama de registros muy variada que va de la ira a la ternura, de la locura al desconcierto. Una serie para ver con adolescentes mayores y generar un debate de mucha actualidad sobre educación y responsabilidad de jóvenes y adultos.
Firma: Claudio Sánchez