Los expertos aconsejan planificar el regreso a la rutina con tiempo, implicando de forma activa a los más pequeños de la casa

Conviene, por tanto, ir abandonando de manera progresiva la libertad propia del verano «e ir empezando con las rutinas de sueño, alimentación, etc. poco a poco para que el choque no sea tan brusco», aconseja la experta, así como todo lo que tiene que ver con la vuelta al cole: compra de material escolar, uniformes… «Hay que preparar todo con tranquilidad en estos últimos días de descanso para que así vayan con una actitud más positiva y motivadora».

Isabel Cuesta y Daniel Pérez, autores de ‘Cuentos molones para educar en positivo‘ y formadores en educación positiva, aconsejan a las familias llevar a cabo reuniones en las que todos participen y se impliquen en la vuelta al cole. «Nada protocolario, ni aburrido, sino un momento de conexión en el que dar ideas sobre, por ejemplo, planificar las rutinas de la mañana o hacer la lista de los materiales que vamos a necesitar», explican. «Es importante escucharles -continúan- y crear un ambiente donde cada miembro de la familia se sienta partícipe. De esta forma conseguiremos una mayor cooperación y haremos de la familia un equipo, que es la clave de nuestro método Educa en Positivo».

Conviene evitar, por tanto, que los adultos sean los únicos que se impliquen en la tarea. «Una cierta previsión y organización para afrontar una vuelta al cole en positivo es muy recomendable. Pero si esto lo llevamos al extremo, puede llevarnos a un elevado estado de estrés y frustración que al final vamos a pagar con nuestros hijos y pareja», matizan Cuesta y Pérez. Por eso, proponen siempre «hacer partícipes a los niños de las soluciones y que no vayan a remolque de lo que nosotros hemos decidido de forma previa sin darles voz ni voto». Toca implicarles «con confianza y calma» ante sus ideas y ocurrencias porque «cuando se sienten tenidos en cuenta, tienden a cooperar más».

Gestión de los sentimientos

Los tres expertos coinciden también en la importancia de cuidar las emociones de los más pequeños estos días. Según Prado, «es fundamental preguntarles sobre sus miedos, inquietudes en su nuevo curso, lo que les preocupa… ya no solo del ámbito académico, sino también desde el punto de vista social y emocional».

En este sentido, Cuesta y Pérez recuerdan «la importancia de entender que todas las emociones son válidas y legítimas y que debemos transmitir, tanto a los niños como a los adolescentes, que sentirlas es normal. Invalidar las emociones no solo no ayuda, sino que empeora nuestra relación con ellos. Por eso es necesario realizar una escucha activa y acompañarlos para que puedan aprender a gestionar sus reacciones ante esas emociones».

El hecho de que las familias sepan cómo gestionar las diferentes situaciones es importante, pues la seguridad y autoestima de los niños está en juego porque, aunque los más pequeños tienen ganas de volver a la escuela, de estar con sus amigos y de ver a sus profesores, a preadolescentes y adolescentes les pasa justo lo contrario. «Los adultos tenemos que estar siempre disponibles emocionalmente para ellos, no para allanarles el camino y retirarles los obstáculos que encontrarán en la vida para que ‘no sufran’, sino para acompañarlos y estar a su lado cuando las cosas se pongan verdaderamente difíciles», recuerdan los profesionales en disciplina positiva. «Esto no quiere decir -añaden- que si expresan que no quieren ir al cole, evitemos que vayan, si no que podemos entablar una conversación en la que prime la reflexión (no el sermón) y en la que, a través de preguntas, entiendan que ir al cole es necesario pero que ellos pueden proponer ideas para ir de una forma en la que se les haga más llevadero».

«Lo más importante es detectar la razón por la que no quieren ir al clase», añade Prado, «porque si hay algo importante, hay que solucionarlo y hablar con el colegio si es necesario». También puede suceder que los niños «experimenten ansiedad al tener que separarse de papá y mamá, con quienes han pasado tanto tiempo», ejemplifica la vocal del COP.

Manos a la obra

Mientras padres y madres atienden la parte emocional de sus hijos, toca ir reajustando horarios poco a poco. En este aspecto, la psicóloga hace hincapié en el excesivo uso de pantallas que, en general, se produce en verano: «Toca ir restringiendo también su uso de manera progresiva hasta volver a la rutina anterior».

Prado aconseja también hablar con los menores sobre su planificación de estudio por las tardes, teniendo en cuenta las extraescolares, el tiempo libre que van a tener, etc. «Y para volver a la rutina de los deberes, las familias pueden ir dedicando ratos de lectura estos días, de dibujo o de cualquier otro tipo de actividad que implique sentarse en el espacio de estudio para ir entrenando el cerebro», apunta.

Para llevar todo esto a cabo de una manera más sencilla, Isabel Cuesta y Daniel Pérez publicaron recientemente en sus redes sociales una idea que se ha hecho viral y que, por supuesto, implica la participación de los más pequeños de la casa. Se trata de elaborar en familia una nueva rutina de mañana. «Consiste en marcar con colores un reloj en fragmentos del tiempo que dedicamos para cada tarea. Siempre, por supuesto, sin amenazas, sino como un elemento visual que les ayude y que ellos mismos sean los encargados de avisar a los adultos cuando se agote el tiempo estipulado para cada tarea», explican. «Si ellos forman parte de la solución se sentirán más motivados para cooperar», insisten, por lo que «hay confiar en los niños».

Todo ello, con una adecuada planificación, alejará a los adultos del estrés y del agobio, sensaciones que muchas veces «los padres transmiten a los pequeños», recuerda Prado. Por tanto, los adultos son los primeros que deben «aprender a gestionar la situación».

«Las prisas son nuestro peor enemigo», añaden Cuesta y Pérez. «Los niños tienen sus ritmos. Que un peque se distraiga es lo normal; que un adulto lo haga es opcional», recuerdan. Por eso, para evitar en los primeros días de cole (y posteriores) los gritos, el estrés o los lloros, los adultos han de ejercer de «líderes de equipo» y transformar las salidas de casa en una «misión» para que los niños se impliquen. «Algo que nos ayuda cuando uno de nuestros hijos se distrae es unir las manos todos y decir ‘equipo’. Por lo tanto, lo más importante es priorizar la conexión con nuestros hijos» recuerdan.

Y es que, «no hay manual de instrucciones para que los niños se ‘porten bien’», añaden los expertos en educación positiva. «Así que el punto clave es que los adultos se levanten con tiempo suficiente y no con la hora pegada. Un ambiente de calma para empezar el día es clave para evitar perder los nervios», concluyen.