Downton Abbey

 

 

Visita real

Los Crawley reciben la inesperada noticia de que el rey Jorge V y su familia se hospedarán una noche en su mansión, Downton Abbey, que les pilla de paso en un viaje que llevan a cabo. Los señores de la casa, Lord Robert –Conde de Grantham– y Lady Cora, se sienten honrados, pero por otro lado están intranquilos, pues supone una grave responsabilidad, así que la hija mayor, Lady Mary, decide recurrir al antiguo mayordomo, Carson, porque su sustituto, el antiguo lacayo Thomas Barrow, parece bloqueado por la situación. Pero preocupa la visita real sobre todo a la abuela, la condesa viuda, porque acudirá también su sobrina lejana, la dama de honor de la reina, Lady Bagshaw, que no tiene herederos directos, por lo que debería dejárselo todo a su primo, Lord Robert, aunque no parece dispuesta a ello.

Julian Fellowes, creador y guionista de Downton Abbey, había cerrado muy bien las subtramas, después de seis temporadas de la famosa serie británica bastante aceptables. Sin embargo, consigue el milagro de volver a hilvanar conflictos que generan del interés del espectador en un largometraje que continúa la historia de los Crawley y sus vasallos en el mismo punto en el que se había quedado. Resulta meritoria su habilidad para sacar tajada a los numerosos personajes ya conocidos por el público, salvo quizás a Bates, y a los condes. Al tiempo que reincide en su mensaje en tono amable sobre la importancia de preservar la tradición, transmite los cambios que vivió el mundo en los años 20, cuando está condenada a desaparecer la forma de vida que retrata, florecen los movimientos anarquistas y comunistas, los trabajadores se organizan para protestar y los homosexuales empiezan a reivindicarse. Por otro lado, subyace la idea en el libreto de que la Historia es una obra de teatro, donde todos los humanos estarían destinados a interpretar algún papel, por muy secundario que éste pueda ser.

Dirige Michael Engler, responsable de algunos capítulos de la ficción, que en realidad no se sale de los cánones de cualquiera de ellos, el film parece uno más de mayor duración, lo que en el fondo no resulta fácil, pues el nivel está alto. Se trata de un trabajo coral con una media actoral de sobresaliente; el espectador habitual ya está casi acostumbrado a los méritos de intérpretes como Jim Carter (Carson), Michelle Dockery (Lady Mary), Laura Carmichael (Lady Edith), Phyllis Logan (Mrs. Hughes), Allen Leech (Tom), y por supuesto la inimitable Maggie Smith (la condesa viuda Violet Crawley), que esta vez maravilla por su enfrentamiento con la recién llegada a esta saga Imelda Staunton (Lady Bagshaw).