En 2008, una modesta pero sensacional película irlandesa,Once, de John Carney, encandiló a medio mundo y acabó ganando el Oscar a la mejor canción. Así saltaron a la fama sus protagonistas, el irlandés Glen Hansard y la checa Markéta Irglová, dos cantantes sin experiencia como actores, que ya habían consolidado una relación sentimental durante el rodaje del filme. Formaron el grupo The Swell Season, nombre tomado del título inglés de una novela del escritor checo Josef Škvorecký, Prima sezóna (Los buenos tiempos). En los dos años siguientes realizaron una agotadora gira por numerosos países, que puso a prueba la estabilidad de la pareja. Este documental relata el dramático periplo.

 

 

 

Director: Carlo Mirabella-Davis, Chris Dapkins, Nick August-Perna

Intérpretes: Glen Hansard, Markéta Irglová, Catherine Hansard.

Guión: Nick August-Perna, Chris Dapkins y Carlo Mirabella-Davis.

Duración: 91 min.

Género: Documental | Musical

Estreno: 13/07/2012

Público: Jóvenes

Valoración: ***

Contenidos (de 0 a 6):

Humor: 1

Acción: 0

Amor: 3

Violencia: 0

Sexo: 2

Crítica:

Rodado en blanco y negro y con pocos medios, sobresale por su generosa selección de canciones folk de Hansard e Irglová, casi todas excelentes y con letras referidas a los propios vaivenes de la relación entre ellos. También incluye valiosas conversaciones íntimas entre los cantantes, así como diversas declaraciones de familiares, amigos y compañeros. Con todo ello se subraya acertadamente, sin idílicos sentimentalismos, la dureza de la vida trashumante de los cantantes profesionales, así como la dificultad que tiene gestionar las posibles consecuencias nocivas de la fama.

Sin embargo, el filme no acaba de calar en las motivaciones más íntimas de sus protagonistas. Ciertamente, se aprecia la diferencia entre ambos: él, infantil, expansivo, sentimental y entusiasmado con la fama; ella, más madura, introspectiva, cerebral e incómoda con su no buscada condición de estrella. Pero se cuenta poco del modo concreto como se conocieron, y solo se esbozan sus ambientes familiares, sobre todo el de ella. En este sentido, sorprende que no haya ninguna declaración del director de Once, amigo de ambos y su descubridor.

Algún bobo detalle obsceno fractura la elegancia del conjunto. Son defectos que no estropean del todo la calidad y veracidad de la película, pero limitan su valor testimonial.

 


Fuente: Jerónimo José Martín (www.aceprensa.com)