Dirección: Hirokazu Kore-eda.

Guión: Hirokazu Kore-eda; basado en el manga “La figura neumática de una chica” de Yoshiie Gouda.

Interpretación: Bae Du-na (muñeca hinchable), Arata (Junichi), Itao Itsuji (Hideo), Joe Odagiri (Sonoda), Sumiko Fuji (Chiyoko), Masaya Takahashi (Keiichi), Susumu Terajima (Todoroki), Kimiko Yo (Yoshiko), Ryo Iwamatsu (Samezu), Mari Hoshino (Miki).

Género: Drama, romance.

Duración: 125 min.

Público apropiado: Adulto

 

Por decine21

air-doll Hideo, que vive solo, tiene una muñeca hinchable que de repente tiene un corazón. Todo es nuevo para ella en el mundo fuera de la casa de Hideo. Conoce a todo tipo de gente. El mundo está lleno de muchas cosas hermosas, pero todas las personas parecen estar tan vacías por dentro como ella misma. Por la mañana, se infla a sí misma y se va a dar un paseo. Conoce a Junichi, un vendedor, del que se enamora inmediatamente. Van al cine, recorren la ciudad juntos, como dos novios. Todo es maravilloso hasta que se corta la mano accidentalmente y empieza a deshincharse delante de Junichi.

 En el rarito planteamiento del film se pueden encontrar similitudes con historias como las de Pinocho o Frankenstein y en el terreno cinematográfico es obligado referirse a Lars y una chica de verdad. Sin embargo, Air Doll dista mucho del aire de comedia independiente de ese film norteamericano, pues aquí todo está imbuido de la parsimonia dramática típica del cine oriental (gran trabajo en este aspecto de la actriz coreana Doona Bae), unida a una ficción muy fantasiosa con un acendrado componente sexual. Koreeda escribe el guión inspirándose al parecer en un manga que ha tenido cierto éxito en Japón, el cual le sirve para referirse sobre todo a la insatisfacción emocional que supone para la mujer ser un mero objeto de placer, sustitutivo del amor. El modo explícito en que Koreeda muestra repetidamente esta cuestión es más discutible, sobre todo en esa larga escena erótica de hinchar y deshinchar la «muñeca», que por momentos puede rayar en el ridículo.

De cualquier forma, en el fondo, todo el film se lee como una gran metáfora de la vida del ser humano, de su inscansable lucha por huir de la soledad (ese vacío que llena a la protagonista). Con imágenes bellas, delicados movimientos de cámara, palabras líricas -como el bello poema «La vida es» , de Yoshino Hiroshi- o con personajes secundarios tan entrañables como el anciano profesor o el fabricante de muñecas, Koreeda muestra su tremendo talento creativo y se perfila como uno de los grandes del cine actual japonés. Y, por eso, aunque se trate de una película claramente minoritaria, plagada de momentos de contemplación, ciertamente un poco marciana y probablemente de una duración excesiva, es interesante porque plantea cuestiones antropológicas de envergadura, que hacen referencia al sentido de la vida y a la soledad que invade a menudo el corazón del hombre, incapaz de vivir sin la compañía de los demás.