En las cadenas privadas de televisión todavía no han salido de su asombro al leer la nueva ley electoral. Si a usted se le ha escapado la cosa, se la resumo: después de esta reforma, cada vez que haya elecciones las cadenas privadas quedarán obligadas a emitir bloques de información electoral, con reparto proporcional de los tiempos entre los partidos conforme a los votos de las elecciones anteriores. Las cadenas quedan también obligadas a mantener principios de neutralidad en ese periodo, de manera que la línea editorial de los canales se verá gravemente alterada. Los canales, en fin, se convierten en instrumentos de las campañas. La patronal de las privadas, Uteca, ya ha puesto el grito en el cielo, como es natural. Y el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, tan extraordinariamente tibio en tantas cosas, aquí no ha dudado en salir a la palestra para denunciar la inconstitucionalidad de la medida: «La Junta Electoral -dice Urbaneja- se convierte en redactor jefe, en editor de los telediarios, puesto que el criterio editorial se impondrá desde fuera y los periodistas se convertirán en contadores de minutos». Es exactamente así.

Lo prodigioso del asunto es que esta reforma ha venido avalada por todos los grupos parlamentarios, lo cual nos lleva a una ingrata conclusión: a la hora de hacer cuerpo frente a los periodistas, los políticos no dudan en abandonar sus diferencias e imponer sus propios criterios por encima del sentido común. Digo del sentido común, sí: ¿No se han dado cuenta de que, si esta norma se extendiera a los periódicos y a las cadenas de radio, entraríamos en plena dictadura informativa? Y si no se les impone esto a la radio y a la prensa, ¿por qué sí a las cadenas privadas de televisión? La cacicada va a significar que los medios tendrán que agachar la cabeza ante las consignas de los partidos políticos. Y la libertad para comunicar lo que uno quiera quedará reducida a cero en periodo electoral. Entre esto y el nuevo Consejo anticrispación, recios tiempos los que se nos vienen encima.

Fuente: J.J.Esparza (El Diario Vasco, 30-1-2011)